«Mejor vaciada que mal acompañada» es el eslogan de PACMA para las próximas elecciones de Castilla y León. Bajo mi punto de vista, es una frase muy acertada y ya era hora de que un partido político, más allá de que estemos más o menos de acuerdo con este, empezara a dejar de romantizar el mundo rural.
Desde hace tiempo, oímos hablar de la España vaciada en el ámbito de la política nacional. Y es cierto que la despoblación es una realidad que hay que combatir, pero no todo es una solución válida para ello. Por ejemplo, la ganadería, la caza o el mantenimiento de ciertas tradiciones crueles no son soluciones válidas si lo que queremos es avanzar como sociedad, ni por supuesto son soluciones para repoblar el mundo rural español, porque esto solo puede hacerse con la mirada puesta en el futuro, ya que es probable que las próximas generaciones rechacen todo eso, un cambio que ya se está empezando a notar.
Además, ¿quién va a querer trasladarse de la ciudad a un pueblo donde las fiestas consisten en maltratar toros? ¿O donde no se puede disfrutar de la naturaleza porque los cazadores hacen que sea peligroso un simple paseo? ¿O donde cada otoño se escuchan los gritos ensordecedores de cerdos muriendo desangrados sin aturdimiento durante la matanza? ¿O donde la industria cárnica y láctea ven el escenario perfecto para sus macrogranjas? Todo eso es el romantizado mundo rural que algunos ven como algo idílico pero que quienes vivimos en él alucinamos un poco con la mentalidad todavía existente y con ciertas prácticas que se ven como algo normal.

De algunas de esas prácticas ya hablé en una entrada que publiqué este verano y que titulé: «ser vegana en un pueblo». En aquella ocasión, hablaba de esos perros encadenados constantemente o de las matanzas. Pero hay más. Por ejemplo, el otro día escuché una conversación entre dos hombres en la que uno le preguntaba al otro, con total normalidad, si sabía quién le podría vender un cordero. Cuando eres vegana, este tipo de conversaciones no pasan desapercibidas y te hacen reflexionar mucho, a la vez que te entristece pensar en ese cordero que servirá como aperitivo en un cumpleaños, o pensar que todavía esté tan normalizado utilizar su cuerpo como un producto.
Esto se puede hilar con otro tema: el de las matanzas. Pero no los asesinatos tradicionales de cerdos, sino otro tipo de matanzas, muchas de ellas, ilegales. Y es que algunos ganaderos no solo tienen en su explotación aquellos animales a cuya producción se dedican, sino que a veces también crían cabras, gallinas o cerdos. Así, cuando la cabra o la cerda tienen bebés, se los comen ellos mismos o los venden (a veces también los regalan a quienes les prestan sus terrenos para cultivar el grano con el que se alimenta su explotación), con todo el peligro de salud pública que ello conlleva. Por supuesto, esos animales no mueren en un matadero de forma legal, aunque no solo son ganaderos quienes también crían otros animales además de a los que se dedican, sino que realmente puede hacerlo cualquier persona, a veces con conocimiento por parte de los veterinarios de la zona o de la guardia civil. Pero como siempre se ha hecho así, no pasa nada.
Apartado especial merecen las gallinas. Mucha gente tiene gallinas en los pueblos, como mis padres, sin ir más lejos (aunque este es un caso excepcional, porque aunque se coman sus huevos, nunca dejaría que las mataran o maltrataran). Pero otras personas sí las matan, por ejemplo cuando dejan de poner huevos o cuando se ponen enfermas, en lugar de proporcionarles atención veterinaria; así como matan a los gallos que las acompañan el día de Nochebuena o en cualquier otra celebración. A veces, incluso en los pueblos, las gallinas viven en corrales diminutos, sin acceso a la hierba o al exterior. Las gallinas de pueblo no son, necesariamente, más felices que las de granja, y sobre esto ya hablé también en el blog.
Para terminar, tengo la esperanza de que el próximo 13 de febrero cambien las cosas en Castilla y León. Ojalá no ganen los de siempre, esos que hablan de la España vaciada mientras sus políticas se enfocan en seguirla vaciando. Por mi parte, votaré para que así sea, aunque también creo que a los castellanoleoneses aún nos falta mucho por avanzar como sociedad y, por desgracia, todavía hay mucha mentalidad rancia y anclada en el pasado.
Un comentario en “El trato a los animales en el pueblo”