Veganismo fuera de España

Vivir el veganismo en España puede ser una experiencia totalmente diferente a vivirlo en cualquier otro país, y la visión de la sociedad respecto a este tema también difiere notablemente con respecto a otros lugares del mundo.

Precisamente, hace unos días pensaba acerca de esto cuando una chica turca me preguntó si yo era vegana, a lo que respondí afirmativamente. Pero lo que más me extrañó es que no me cuestionó, que se preocupó porque pudiera comer lo que había preparado (muy rico, por cierto) y no me preguntó de dónde saco las proteínas, ni me dijo que la carne es necesaria, ni que sin carne no habríamos evolucionado. Eso no suele ser normal con españoles.

Evidentemente, no quiero generalizar, ni diré que los turcos son muy abiertos con el veganismo por el hecho de que la única persona que conozco de esa nacionalidad lo sea, aunque es cierto que quizá eso se deba a que en países orientales la gastronomía es más plant based que en Occidente.

Alemania, Francia e Italia

Pero en los países occidentales, los que más conozco, hay muchas contradicciones. Por ejemplo, en Alemania he visto personas muy preocupadas por la calidad de los alimentos, porque no contengan pesticidas y porque sean ecológicos, pero que a la vez, comen a menudo en McDonald’s o Burger King. Allí (y en otros países) las grandes superficies han invadido a los pequeños negocios, y es posible encontrar supermercados enormes especializados en productos veganos; pero a la vez, existe una auténtica adicción por los lácteos. También viajas con la idea de encontrarte personas abiertas de mente con el veganismo y preocupadas por el medio ambiente, pero después descubres que priman el sabor de la comida a la explotación animal y sus consecuencias.

Sigo generalizando, lo sé. Por ello, diré que seguramente en grandes ciudades como Berlín, el contexto es diferente. Pero me limito a lo que yo he visto, mayoritariamente, pueblos y pequeñas urbes. Y muchísimas contradicciones que me hacen reflexionar. A veces, he visto a algunos alemanes dispuestos a probar una hamburguesa vegana, mientras otros la miraban con cara de asco y se negaban a probar un simple pan untado en hummus. Me encantaría vivir en Alemania una temporada más larga para analizar mejor todo esto y poder dar una visión más fundamentada, aunque creo que al final el especismo está tan interiorizado en todo el mundo que es muy normal que se den dichas contradicciones.

Pese a todo, estoy convencida de que Alemania nos lo pone mucho más fácil a los veganos que España. Las opciones allí se multiplican por 1000. La complicación está, como aquí, en el factor social. Sin haber viajado a otros países del norte de Europa, imagino que la situación es similar en estos. Tengo especial interés en Reino Unido y Suecia o Finlandia.

En Francia e Italia, las cosas cambian y son más parecidas a España. A mí, que siempre me ha gustado la comida italiana, me resultaría complicado encontrar establecimientos que no añadan queso de origen animal a los platos de pasta. Cuando fui, era vegetariana y no tuve que hacer una búsqueda muy amplia, porque el vegetarianismo allí puede llegar a ser muy fácil (y en parte porque iba con una amiga también vegetariana, por lo que no se nos pasaba por la cabeza ir a lugares especializados en carne y no teníamos debates de este tipo), pero no sucede lo mismo con el veganismo. Si vuelvo como vegana, me gustaría ver si se ha evolucionado en este aspecto.

Por su parte, en Francia, donde fui ya siendo vegana, también me resultó bastante difícil encontrar opciones cien por cien vegetales en restaurantes. De hecho, solo lo conseguí en franquicias. En este caso, tampoco he visitado grandes ciudades como París para comparar, sino urbes más pequeñas donde las opciones eran más reducidas. Eso sí, espero que si algún día voy a París, pueda comerme un buen croissant vegano frente a la Torre Eiffel.