Si la semana pasada conocíamos a nuestros parientes más cercanos, los grandes simios, a través de la historia de Dian Fossey (1932-1985) y su conexión con los gorilas, hoy volvemos atrás en el tiempo para adentrarnos en la vida de otra gran primatóloga y una de las más conocidas investigadoras en este campo, Jane Goodall (1934), cuyo trabajo se ha centrado en los chimpancés.
De padre empresario y madre escritora, Goodall nació en Londres en 1934. Sus progenitores no imaginaban entonces que su hija haría historia, y seguramente, planteaban un futuro diferente para ella, pero lo cierto es que su madre nunca vio como algo negativo que se interesara por los animales y por la fauna africana. En una ocasión, Jane Goodall llevó lombrices a la cama, y su madre, en lugar de reñirle o gritar, como harían otras madres, la acompañó al jardín para dejarlas allí de nuevo y le explicó que ese era su hogar. La familia residió durante su infancia y adolescencia en una casa de campo, por lo que la joven Jane creció rodeada de animales.
De niña, también fue amante de las historias de Tarzán y El Libro de la Selva. El estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) no fue fácil para su familia, pero Goodall logró graduarse en una escuela de secretariado en 1952. Durante su formación, conoció a una amiga que posteriormente se trasladaría a vivir a Kenia. Fue así como Jane Goodall descubrió África, tras un viaje de un mes para visitarla que pudo financiarse gracias a sus propios ahorros trabajando como camarera.
En Nairobi, capital de Kenia, conoció al arqueólogo y antropólogo Louis Leakey (1903-1972), que trabajaba como conservador en el museo de la ciudad. El doctor ofreció a Goodall un trabajo en el centro, y acabó invitándola a una excavación en los yacimientos de la Garganta de Oldivai, en Tanzania. Leakey se dio cuenta, durante tres meses de trabajo, de las capacidades de Goodall, y le ofreció adentrarse en otro proyecto: el estudio de primates salvajes en el Parque Nacional Gombe Stream, en el entorno del Lago Tanganika (Tanzania), al que llegó en verano de 1960, sin apenas conocimientos de etología. Allí se dedicaría a estudiar a los chimpancés, interesantes para Louis Keakey por ser los parientes evolutivos más cercanos al ser humano. Su madre y un cocinero fueron su única compañía.
Los chimpancés tienen nombre
Los comienzos no fueron fáciles. La investigadora sufrió malaria y al principio, los chimpancés escapaban de ella. Goodall tardó un año en poder acercarse a estos, hasta que en una ocasión, uno de ellos, al que llamó David Greybeard, aceptó un plátano que ella le ofrecía. Este primate acabó por acercar a la investigadora al resto del grupo, y a cada miembro le puso un nombre diferente, algo que fue toda una revolución. Hasta entonces, ningún científico lo hacía, sino que los identificaban a través de números, sin establecer relación alguna con ellos, y más de uno consideró este método ridículo y poco riguroso.
Sin embargo, Jane Goodall logró descubrir aspectos totalmente desconocidos hasta entonces y a los que no se había acercado ningún otro científico. Por ejemplo, que los humanos no somos los únicos animales capaces de fabricar herramientas, pues los chimpancés también lo hacen con las ramas de los árboles y se sirven de ellas para comer termitas. También se dio cuenta de otros asuntos hasta entonces ignorados por la comunidad científica, como que estos animales no son herbívoros, como se creía, sino omnívoros, o a veces caníbales; o de que la guerra también existe entre chimpancés, así como otros aspectos más amables, como el altruismo.
Y todo ello de la mano de la población local, a la que Goodall considera necesaria para las investigaciones dentro de su entorno. Hasta entonces, lo habitual era que el investigador, un hombre blanco, únicamente contase con los pobladores para traducir o para guiarles.
Más tarde, con la ayuda de Leakey, logró entrar en el programa de doctorado en etología de Cambridge, a pesar de que nunca antes había realizado estudios universitarios y que no todos los científicos vieron esto con buenos ojos. De hecho, algunos se escandalizaron al ver que su primer libro, Mis amigos, los chimpancés salvajes (1967), estaba escrito para el público en general, y no para intelectuales.

Pero Jane Goodall no solo se dedicó a estudiar el comportamiento de los chimpancés, sino que también observó el peligro de desaparición de estos animales a causa de la actividad humana, la caza, el mascotismo o el tráfico ilegal, por lo que buena parte de sus esfuerzos se han dedicado a la conservación. Además, desde hace décadas ha destacado por su activismo medioambiental y ha insistido en la necesidad de cambiar nuestra relación con la naturaleza, sobre todo tras volver a Occidente después de haber visitado Kenia y hacerse consciente de la sociedad consumista en la que vivimos.
A pesar de las imágenes agradables que podemos encontrar de Jane Goodall entre chimpancés, no todo ha sido positivo a lo largo de su trayectoria. La primatóloga ha tenido que enfrentarse a realidades duras, como la cantidad de primates huérfanos a causa de la caza. Para ayudarlos, se adentró en un proyecto de creación de reservas para chimpancés sin madre.
En 1974, cuatro de los estudiantes del centro de investigación que había creado en Gombe fueron secuestrados. A cambio de su liberación, los secuestradores pidieron dinero y tras este suceso, llegó una de las épocas más difíciles para el centro, aunque este fue el hecho que motivó la creación del Instituto Jane Goodall.
Allí, otros investigadores continúan hoy su trabajo, tras casi 63 años, aunque estaba previsto que el proyecto inicial tuviera solo una duración de seis meses. A lo largo de ese tiempo, la primatóloga ha publicado casi una treintena de libros y más de una veintena de producciones audiovisuales. También ha participado en numerosas entrevistas y es autora de diversos artículos, sin olvidar que cuenta con más de un centenar de premios internacionales.
Además de sus investigaciones sobre etología en Tanzania, Jane Goodall no ha dejado de mencionar otros problemas que afectan a los chimpancés, como la experimentación en laboratorios, la caza furtiva, las guerras entre humanos o la destrucción de su ecosistema. De todo ello habló en su discurso «Aprender de los chimpancés«.
FUENTES CONSULTADAS
Cabeza, L. (2016). Jane Goodall: vida e implicación en el mundo de la primatología. Idees que van canviar el món (pp. 261-275). Societat d’Història Natural de les Balears.
Fundación Aquae (s.f.). Jane Goodall: la mujer que vivió entre chimpancés.
Instituto Jane Goodall (s.f.). Biografía.
Goodall, J. (2021). Jane Goodall: Aprender de los chimpancés. Akiara.
Karbo, K. (2019). Jane Goodall: cómo una mujer redefinió la humanidad. National Geographic.
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