A veces cuesta, pero ser una persona vegana es tener que lidiar con muchas cosas que no nos gustan. Lo peor, la explotación animal que no cesa. En nuestro día a día, la parte negativa del veganismo no viene de nosotros, sino del resto de la sociedad. Es cierto que pueden darse muchos casos y que haya quienes sean respetados desde el primer momento, o quienes solo se rodeen de otras personas veganas, pero lo cierto es que el especismo está por todas partes y lo más probable es que no nos encontremos en ninguno de estos dos escenarios.
Por eso, hay que tener mucha paciencia, porque escucharemos constantemente comentarios como:
- Las plantas también sienten y te las comes
- ¿Y si estuvieras en una isla desierta y solo hubiera una vaca para comer?
- Te vas a enfermar
- Los veganos necesitáis suplementaros para obtener todos los nutrientes
- Los leones también se comen a otros animales
- El ser humano está en la cima de la cadena alimenticia
- El ser humano necesita carne/pescado/lácteos para sobrevivir
- Te preocupas por los animales mientras hay niños pasando hambre
- Puedes comer carne ecológica o de bienestar animal
- Las gallinas de mi tía la del pueblo viven muy bien y no están explotadas, así que me como sus huevos
- Hay que comer de todo
- Hitler era vegetariano
- ¿Pero marisco tampoco?
- Los veganos os creéis superiores
- Por culpa de la soja que os coméis los veganos se está destruyendo el Amazonas
- Ser vegano es muy caro. Yo no podría
- Los veganos solo coméis lechuga
- Que cada uno coma lo que quiera
- En la agricultura también mueren muchos animales
- El mundo entero no va a ser vegano, no vas a cambiar nada
Es probable que si llevas siendo vegan desde hace tiempo sepas responder a todos estos comentarios infundados, pero al principio, puede que no sepas cómo hacerlo y puede que también te cueste explicar tus motivaciones. Nos ha pasado a la mayoría, y eso nos frustra.
El momento inicial del veganismo a veces es una etapa de enfado con el mundo. Porque no entendemos cómo los demás no se dan cuenta de que el trato que estamos dando a los demás animales es intolerable, cómo no se hacen preguntas sobre lo que comen, cómo se ríen de nosotros cuando hablamos totalmente en serio… Tal vez por enfadarnos nos tildan de radicales o de extremistas.
Pero esa etapa se pasa, aunque a algunos no se les pasa. Es lo que se conoce en este mundillo como «la policía vegana», esa que no te perdonará si un día te equivocas y comes algún lácteo por error, esa que estará pendiente de todas tus redes sociales para ver cómo puede meterse contigo, esa que va de vegana perfecta. Esa a la que es mejor ignorar.
Lo cierto es que a veces es difícil no frustrarse, aunque ya hayamos pasado ese momento inicial, porque cuando nos topamos de frente con la sociedad en la que vivimos, nos damos aún más cuenta de lo largo que será el camino del respeto hacia todos los seres sintientes.
Y es que con algunas personas, da igual que les expliquemos la diferencia entre animales y plantas o entre humanos y leones, que la soja que está destruyendo el Amazonas es la que alimenta a los animales considerados de granja y no a los veganos, que las dietas vegetarianas son aptas para cualquier etapa de la vida o que no nos creemos superiores. Da igual cuántos argumentos les demos a favor del veganismo. Su respuesta será un «qué rico está el lechazo asado», «tú haz lo que quieras que yo seguiré comiendo carne»; o directamente, una foto de un chuletón por Twitter. Ese es el nivel. Ese es el momento en el que es absurdo seguir con la conversación, porque esas personas no merecen ni la más mínima atención.
Pero por el momento, nos tocará seguir teniendo mucha paciencia, porque esas personas van a seguir estando ahí.