Un informe recopila estudios previos acerca de las consecuencias de la cautividad en orcas, delfines y otros mamíferos marinos
A pesar de décadas de promesas de «mejora», los parques marinos o acuarios siguen sin satisfacer las necesidades físicas y psicológicas más básicas de los cetáceos. Así lo revela un nuevo estudio sobre el cautiverio de estos animales sociales, inteligentes y complejos a los que durante décadas se ha mantenido en diminutos tanques o piscinas lejos de su hábitat natural.
El estudio alude al estrés crónico que padecen estos animales y a la reducción frecuente de su esperanza de vida. Una vez más, los expertos concluyen que el día a día en una piscina, independientemente de su tamaño, no puede compararse a la libertad en el océano.
El informe recopila investigaciones previas que han demostrado que:
- El confinamiento daña el cerebro y afecta al comportamiento y la salud física de los cetáceos.
- Estos a menudo sufren enfermedades relacionadas con el estrés, lesiones dentales y muertes prematuras.
- Muchos se autolesionan y realizan comportamientos estereotipados como la ingesta y regurgitación repetida de comida, como respuesta al aburrimiento, el estrés y el aislamiento.
- Las piscinas distan mucho del mundo oceánico en el que estos animales evolucionaron y desarrollaron sus habilidades y su compleja inteligencia social que los hace incompatibles con los parques marinos.
En la naturaleza y en cautividad
La naturaleza de los cetáceos pertenece al océano abierto, donde pueden nadar grandes distancias si lo desean, bucear a gran profundidad o moverse por la superficie, cazar y explorar. En los parques marinos, pasan sus días en un recinto cerrado de hormigón sin ningún tipo de enriquecimiento.
Estos recintos están diseñados para que los humanos contemplen a los animales, no para el bienestar de estos. La búsqueda de alimento, uno de sus comportamientos más naturales, se sustituye por la distribución de peces congelados en un horario controlado por los humanos.
En su hábitat, los cetáceos forman vínculos duraderos, eligen a sus compañeros y pueden alejarse nadando de los conflictos con otros individuos cuando es necesario. En cambio, en los parques marinos se les obliga a formar grupos artificiales, y cuando surge tensión entre sus miembros, no pueden escapar. Esto ha provocado la muerte de numerosos individuos en acuarios de todo el mundo.
Los humanos controlan incluso la reproducción de los cetáceos, que no tienen la oportunidad de elegir a sus parejas ni cuándo se reproducen.
El resultado de todo ello es un estrés y frustración constante que ningún programa de enriquecimiento puede solucionar.
Activismo
Las organizaciones en defensa de los animales y expertos han denunciado estos hechos desde hace décadas. Parques como los de SeaWorld han puesto fin a su programa de cría de orcas, pero siguen reproduciendo delfines y otros cetáceos cuya descendencia se traduce en más animales a los que explotar que jamás conocerán su hábitat natural.
Para PETA, «ningún animal es apto para vivir en un tanque de un parque marino». Esta y otras organizaciones piden el fin de estos zoológicos de animales marinos y el traslado de los cetáceos que en ellos sobreviven a santuarios costeros, más cerca de su entorno natural, con espacio y mayor estimulación. Allí, podrían seguir recibiendo cuidados humanos, pero sin ser explotados.


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