Hace tiempo que no me encuentro en la situación de encontrarme gatos recién nacidos en un contenedor de basura. Pero estoy segura de que ocurre. Ocurre cada año, a partir de la primavera, cuando las gatas que no están esterilizadas comienzan a tener a sus camadas, y un irresponsable decide que no se va a hacer cargo. Ocurre siempre, en pueblos y ciudades, aunque nos parezca una actitud despreciable y no comprendamos cómo esto siga pasando en pleno siglo XXI.
De hecho, cuando era pequeña, en alguna ocasión escuché decir a ciertas personas que iban a «tirar» a la camada que acababan de descubrir en las cercanías de su casa o en el garaje, pero mi cabeza no podía asimilar que ese «tirar» significaba que acabarían en un contenedor de basura. Simplemente pensaba que no entendía a qué se estaban refiriendo, hasta que un día me topé con esta realidad. Salí a tirar la basura y escuché maullidos. Al principio, no sabía muy bien de dónde procedían, hasta que me di cuenta de que era uno o varios gatos dentro de un contenedor. En aquel momento, prefería pensar que un animal en situación de calle había saltado a ese contenedor en busca de comida y no podía salir, así que me decidí a sacar todas las bolsas hasta descubrir dónde estaba. Y no era un gato adulto. Eran varios gatitos recién nacidos, aún con los ojos cerrados y de un tamaño más pequeño que la palma de mi mano. Estaban metidos en una bolsa de plástico, que a su vez estaba dentro de la bolsa de basura. Desaté las bolsas ante la mirada de una vecina desde la ventana, que prefirió no ayudarme. Los bebés estaban muy débiles, algunos ya muertos.
¿Quién habría sido capaz de tirar a estos animales indefensos a la basura? Imposible saberlo. Probablemente, quien lo hiciera no vivía en mi barrio, pues habría optado por un contenedor no demasiado cercano al lugar donde habían nacido los pequeños para evitar que su madre los encontrara. Y quizá quien lo hiciera se lo callaría para evitar ser juzgado o juzgada, aunque también es posible que lo comentara a otras personas, cómplices, que lo ven como algo normal porque para ellas lo que no es normal es esterilizar a los animales para evitar estas situaciones. Me imagino el típico comentario de «da pena, pero…»
Qué hacer
Cuando me encontré a los gatitos me bloqueé. Puede que hubiese leído en algún momento cómo actuar en estos casos, pero cuando lo tienes delante es difícil afrontar lo que estás viendo. No quiero dar demasiados detalles más de los que he explicado, pero aclaro que los bebés que aún estaban vivos acabaron muriendo y ya estaban muy debilitados en el momento en que los localicé.
Si alguna vez te encuentras ante una situación así, por la información que he leído desde diferentes organizaciones, lo más adecuado es llamar a la Guardia Civil o al Seprona. En algunas ciudades, las protectoras de animales solo se hacen cargo de ellos si el aviso procede de estos cuerpos. En cualquier caso, estos centros suelen estar saturados, entre otras cosas, por la cantidad de camadas no deseadas que reciben (tanto de gatos como de perros), así que si optas por intentar tú mismo o tú misma sacar a los animales adelante, ten en cuenta que es muy importante que reciban atención veterinaria y alimentarlos con la leche correcta, y nunca con leche de vaca.

Responsabilidad
La responsabilidad es un concepto que no entienden muchas personas que conviven con animales considerados de compañía. Y una clara prueba de ello es la cantidad de camadas no deseadas que hay cada año, animales que acaban abandonados, en contenedores o en protectoras o perreras. Tampoco podemos imaginar cómo una persona va a hacerse responsable de unos cachorros cuando ni siquiera es capaz de no permitir que su perra o su gata salgan al exterior cuando están en época de celo. O cuando ni siquiera permite que los animales entren en su casa.
En el caso de los gatos, en mi pueblo he visto personas que, al ver que habían nacido una camada, decidían no abandonarla, pero sus fines para mantener a los animales vivos no era, precisamente, el más ético: pretendían que los gatitos, de adultos, sirvieran para cazar a los ratones de su garaje, de su sótano o de su finca; o bien regalarlos a alguien que los quisiera para este u otros fines. ¿Cuándo entenderemos que los animales no están para realizar un servicio? Los gatos que se utilizan para evitar a los ratones suelen estar muy mal alimentados, ya que quienes los tienen piensan que si les dan de comer perderían las ganas de cazar a los roedores para alimentarse.
En cuanto a los perros, en mi propia familia he visto también cómo nacían camadas. En este caso, nunca he permitido que estas fueran abandonadas, porque si no hemos tenido la responsabilidad de esterilizar a una perra, por lo menos deberíamos responsabilizarnos de que sus cachorros puedan vivir dignamente. Por eso, cuando esto pasó me preocupé por buscar un hogar seguro para los animales, pero no eran pocas las personas que preguntaban por ellos porque los querían para cazar. Por supuesto, he dado un no por respuesta a cada persona que me hacía esta pregunta, porque no todo vale para que los cachorros encuentren casa. Aunque el término «casa» no es el más idóneo si los perros son utilizados para la caza, ya que estos suelen vivir en fincas, casetas o cheniles diminutos de los que únicamente salen el día de caza. Y si no realizan bien esta tarea, acabarán recibiendo un tiro del cazador, siendo ahorcados o asesinados de la manera más cruel. A veces, prefería callarme que alguien quería a uno de los perros para esta práctica, pues ciertos miembros de mi familia habrían estado dispuestos a regalarlos para ello solo por deshacerse de los pequeños.
Tener una camada es una gran responsabilidad, no es fácil encontrar un hogar para los cachorros y es probable que te den más de un quebradero de cabeza. Por eso, puedes optar por no dejar salir a tu perra o tu gata cuando están en celo (o por no dejar al animal sin vigilancia si es un macho, pues también puede causar la aparición de camadas), algo difícil de entender para muchas personas, al menos en el pueblo donde vivo, pero lo más ético es que esterilices a tu gata o tu perra. No permitas que más animales sean abandonados o tirados a contenedores, porque son vidas, no basura.