La cifra de población que consume productos procedentes de canes cada vez disminuye más en Asia, pero todavía se trata de un mercado que genera beneficios a quienes se dedican a ello
Un comerciante de carne de perro ha sido condenado a 10 meses de prisión y unos 10000 euros de multa en Indonesia, por primera vez en el país asiático. El detenido se encontraba transportando un total de 78 perros en el momento de la detención, muchos de ellos robados, y otros capturados mientras vagaban por las calles.
Se estima que aproximadamente se asesina a un millón de perros cada año en Indonesia para comercializar su carne, en muchas ocasiones de forma ilegal, no por la venta de carne canina, que sí está permitida y se oferta en algunos restaurantes, sino por las malas condiciones higiénicas en que se mantiene dicha carne y por la falta de pruebas sobre si los animales habían sido vacunados, pues Indonesia es el quinto país asiático con más casos de rabia. Este negocio existe también en otros países como China, Vietnam o Tailandia, a pesar de las denuncias de organizaciones y las medidas legales tomadas al respecto.
Sin embargo, la carne de perro es consumida por un porcentaje muy pequeño y cada vez más reducido de la población de estos países, y algunas comunidades como la musulmana, la consideran prohibida. Quienes sí la consumen, suelen hacerlo en celebraciones concretas, aunque algunos vendedores tratan de ofrecerla a los turistas que por su cultura no la comerían, diciéndoles que se trata de otro tipo de carne. Por su parte, los comerciantes ven en este negocio una forma sencilla de obtener beneficios económicos, pagando a personas que se dedican a robar a los animales para después transportarlos en condiciones de hacinamiento y estrés a las que no todos sobreviven. Después, son brutalmente asesinados en mataderos dedicados a esto.
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