Cuando la osadía escribe en prensa…

Hace unas horas, ha llegado a mis manos un ejemplar de hoy del diario El Mundo, en el que aparece un artículo sobre el veganismo. Se trata de una crítica de Víctor de la Serna acerca de este movimiento social, pero desde el punto de vista gastronómico y ecológico. No puedo estar más en desacuerdo con sus palabras, y no me he podido resistir a contestar a algunos de sus argumentos pero esta vez desde el enfoque del antiespecismo y la defensa de los derechos de los animales: la verdadera esencia del veganismo (no quiero que se me malinterprete, respeto que cada uno pueda llegar a ser vegano por otros motivos que quizá no tienen tanto que ver con la ética, pero creo que es fundamental entender cuáles son las bases primeras de este movimiento).

Entre los argumentos del periodista, encontramos los siguientes:

«En Europa, como en América: nos quieren hacer veganos por ley, quieren ilegalizar -o encarecer hasta el punto de que sean asequibles- los productos de la ganadería, lácteos incluidos…». Nada más lejos de la realidad. Si así fuera, hace tiempo en estos dos continentes se habría dejado de subvencionar la industria ganadera, que sobrevive, en parte, por esas ayudas. Y sí, algunos gobiernos también apoyan a las empresas que crean alternativas a la carne, que claramente compiten con los productos de origen animal, pero ¿por qué esto es malo? ¿Es que solo se pueden dar ayudas a los negocios tradicionales? Bajo esta premisa, nunca avanzaríamos como sociedad…

«Estos días, tras la aún reciente asunción de la Presidencia de Estados Unidos por Joe Biden y su compromiso con un programa de reducción de las emisiones de gases a la atmósfera que causan el cambio climático, han resurgido con fuerza las voces que claman contra la ganadería y la imposición de una dieta vegana». Por supuesto, si un presidente se compromete a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, debemos recordar que la ganadería es una de las principales responsables de este problema y que si no ponemos freno ahora, pronto veremos las consecuencias. Eso sí, veganismo no es ecologismo: el veganismo defiende los derechos de los animales, como individuos, mientras que el ecologismo prima los ecosistemas en su conjunto. El veganismo aporta la visión de que los animales tienen derechos y no son productos y, por tanto, la ganadería no tiene cabida en esta ideología. Pero en ningún caso se trata de una imposición. Este movimiento es imparable y las nuevas generaciones, por sí solas, están adquiriendo nuevos hábitos de consumo más sostenibles y respetuosos con los animales sin que nadie las esté obligando.

«El ganado vacuno ocupa grandes superficies con millones de animales y efectivamente expulsan mucho metano. Ahora bien, en porcentaje de la contaminación total, representan una pequeña parte de lo que lo hacen los motores, las fábricas, las calefacciones». Cuando hablamos de impacto medioambiental, no solo nos referimos a la superficie que ocupan los animales, sino también al terreno utilizado para plantar los alimentos que conforman su dieta, y con los que se fabrican los piensos (trigo, soja, maíz, etc.). No tiene sentido deforestar bosques centenarios para destinarlos a estas plantaciones gigantes. En cualquier caso, aunque fuera cierto que el porcentaje de contaminación que representa la ganadería es pequeño, el veganismo (vuelvo a decir lo mismo) es un movimiento por los derechos de los animales y el no sufrimiento de estos, y aunque la conciencia medioambiental puede ser una vía para empezar a seguir una alimentación vegana, es importante comprender lo que realmente significa.

«Están estudiados métodos nuevos y de coste muy asumible de mejorar la alimentación de las vacas para que produzcan una cantidad infinitamente menor de metano». «Nuevos métodos y de coste muy asumible» en los que los animales son un cero a la izquierda. No importan. Siguen siendo explotados y prima la rentabilidad, aunque el denominado «bienestar animal» es solo una forma de blanquear la imagen de la industria ganadera. Mientras los animales sigan muriendo en los mataderos, a pesar de que se revierta el cambio climático, el veganismo tendrá una razón de ser (sin entrar a valorar lo que supondría para los animales esos supuestos métodos).

«Esperemos que los activistas no decidan que tampoco se puede comer lechugas, porque igual la única solución al problema es matar de hambre a toda la humanidad…». Típico argumento contra el veganismo, y tan infantil como siempre. Somos conscientes de que la agricultura también contamina, pero como ya he dicho, el veganismo es otra cosa…

«En general, la combinación de carnes, pescados (…), legumbres y verduras hace de las dietas regionales españolas algo mucho más equilibrado que las de otros lugares del mundo, y esa es una tradición valiosísima de nuestra dieta mediterráneo-americana». La combinación de nutrientes de la que habla Víctor de la Serna también puede obtenerse con un plato 100% vegetal, y sin renunciar a los sabores tradicionales. Sin embargo, a día de hoy, ¿quién sigue realmente la dieta mediterránea? La mayoría de las personas no son conscientes de que están comiendo variado y equilibrado o no lo están haciendo; y por desgracia, los establecimientos de comida rápida se llenan cada día.

«Estamos en una transición más saludable y que para nada necesita de que se impongan los dictados veganos». Vuelvo a decir que el veganismo no es una imposición. Es un movimiento imparable que continuará creciendo aunque a algunas personas no les guste. El hecho de que mucha gente haya reducido su consumo de carne, aunque ni si quiera lleguen a ser personas vegetarianas, es un paso más. Dentro de algunos años, probablemente veremos cómo esto se intensifica y se extiende hacia otros productos de origen animal (aunque en cierto modo, ya lo estamos viendo).

«Y no olvidemos: el veganismo puro es una dieta insuficiente para el ser humano, que necesita una medicación añadida (a base de pastillas de B12) para poder sobrevivir con ella». La palabra «medicación» parece querer decir que las personas veganas están enfermas. Pero déjame decirte, Víctor de la Serna, que quienes comen carne, aunque no lo sepan, también están tomando esa medicación añadida, ya que a los animales se les suplementa con B12 porque en las ganaderías intensivas no pueden ingerir esta vitamina de forma natural. Además, la B12 es de origen bacteriano y no de origen animal. El hecho de que las personas veganas no dispongan de ella en los alimentos se debe a los necesarios protocolos de higiene y sanidad que eliminan las bacterias que la producen. También hay que recordar que las deficiencias de nutrientes pueden afectar a cualquiera, independientemente de que sean veganos u omnívoros.

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