El cautiverio de estos cetáceos llega a su fin en el país con la muerte de Kisca, que vivió una gran parte de su vida en soledad
Kiska, la última orca en cautividad de Canadá, ha muerto en el estanque de hormigón donde vivía en el zoológico MarineLand de las Cataratas del Niágara. Su muerte fue anunciada el pasado 9 de marzo, tras haber empeorado su salud en las últimas semanas y sin aportar más detalles sobre las causas. Kiska tenía 47 años y llevaba 44 en cautividad. Fue capturada en aguas islandesas en 1979.
Colectivos de defensa animal como Animal Justice piden que se investigue sobre el cautiverio de la orca y se presenten cargos contra el MarineLand «por las condiciones crueles e ilegales que el centro obligó a soportar a Kiska».
Estos cetáceos son sociales por naturaleza, pero Kiska llevaba sola desde el 2011. Tampoco disponía de espacio suficiente en el pequeño estanque donde vivía ni de estimulación mental alguna. Las leyes canadienses, según Animal Justice, impiden «causar sufrimiento y angustia a los animales, lo que incluye la angustia psicológica derivada del aburrimiento y del aislamiento».
Esta organización ya había arremetido previamente conta el MarineLand en los últimos dos años, tras la difusión de un vídeo de Kiska comportándose de forma antinatural, flotando sin rumbo o lanzándose contra los laterales del pequeño recinto donde estaba cautiva.
A lo largo de su vida, Kiska perdió a cinco de sus crías, todas ellas antes de cumplir los siete años. PETA la calificó como «la orca más solitaria del mundo».
Su muerte marca el fin del cautiverio de orcas en Canadá. El país aprobó una ley histórica que prohíbe el encierro de cetáceos en 2019, así como la importación y cría de estos animales. En 2015, se había aprobado también la tipificación del delito de cría y adquisición de ballenas en cautividad en Ontario, a excepción de las que ya se encontraban en el MarineLand.
Fuente: Plant Based News.