Una mirada al pasado para descubrir el origen del desprecio a los roedores

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A muchas personas les dan asco. A otras les dan miedo. Otras piensan que les pueden transmitir enfermedades. Otras creen que son sucios. Hablamos de los roedores, principalmente de ratas y ratones, que son los que históricamente han convivido en pueblos y ciudades con los seres humanos. La imagen de estos animales ha sido negativa desde las civilizaciones más antiguas, y así sigue siendo. Tanto es así que en muchas tiendas es normal la venta de venenos y trampas para ratas y ratones, que les causan un enorme sufrimiento.

Sin embargo, aún hay esperanza. Hay quienes se han dado cuenta, por fin, de que las vidas de los roedores merecen tanto respeto como las de los perros o gatos con los que convivimos. Por desgracia, en nuestro tiempo estos animales también han sido víctimas del mascotismo, en el que a las ratas y ratones se han unido otros roedores como hámsteres, cobayas o chinchillas que no tienen tan mala imagen. Algunos han sufrido el abandono y posteriormente han dado con adoptantes que sí han sabido valorarlos. Eso sí, no sin que ello cause sorpresa en quienes se enteran de que viven con ratas.

La imagen negativa de los roedores viene desde tiempos muy antiguos, y tiene mucho que ver con el origen de la agricultura y la ganadería. Y es que los ratones se convirtieron en visitantes frecuentes en los cultivos de cereales destinados al consumo de seres humanos o de los animales criados por estos, así como en los almacenes donde se guardaba el grano, algo que no gustaba nada a las personas, no solo porque afectaba a la alimentación, sino también a la economía. De hecho, una de las teorías que explican la domesticación de los gatos se centra en el interés humano en mantener cerca a los felinos para controlar a los ratones y ratas que se comían el cereal.

A día de hoy, la presencia de roedores en cultivos o almacenes de grano sigue siendo motivo de quejas por parte de agricultores, ganaderos o la tía del pueblo que compra pienso para sus gallinas. Y este también sigue siendo una de las razones por las que existe demanda de trampas y venenos y algunas personas tienen gatos, la mayoría de las veces descontrolados que acaban dando lugar a camadas no deseadas o a una proliferación de felinos que también es motivo de quejas. Así somos.

Enfermedades

Otra de las cuestiones que han afianzado la imagen negativa que se tiene de los roedores ha sido su vinculación con enfermedades. La peste negra es la más citada. Se cree que esta epidemia que asoló la Europa medieval fue causada por las pulgas de las ratas, portadoras de la bacteria Yersinia pestis. Estudios recientes, sin embargo, han desmentido que las ratas fueran las verdaderas causantes de la epidemia y apuntan a su transmisión por pulgas y piojos que infestaban a los seres humanos, o directamente, a las malas condiciones higiénicas de la época, que permitían su propagación con más facilidad.

Es curioso cómo asociamos a las ratas con la suciedad y las enfermedades cuando ha sido precisamente la mala higiene de nuestra especie la que ha facilitado la transmisión de patologías como la peste. Para nada se nos ocurre pensar que quienes vivían en condiciones de suciedad eran los humanos. Hemos de pensar que en la Edad Media no existían sistemas de alcantarillado como los actuales y los residuos se acumulaban en las calles o en fosas, lo que daba lugar a malos olores y unas condiciones insalubres. Tampoco existían sistemas de tratamiento de las aguas, y eso también contribuía a la transmisión de enfermedades, sin una infraestructura sanitaria capaz de tratarlas o controlarlas. Además, la higiene personal era escasa y las casas eran pequeñas y sus ocupantes vivían hacinados y compartían la vivienda con animales considerados «ganado», con sus consiguientes desechos. Estos animales también paseaban libremente por las calles y sus excrementos se acumulaban junto con los residuos humanos.

Lo cierto es que la peste ha causado durante siglos cierto temor y odio hacia las ratas, también acusadas de propagar otras patologías (hantavirus, leptospirosis o salmonelosis).

Así se ha representado a las ratas

El arte y la literatura no han ayudado a cambiar esa aversión hacia los roedores, que casi siempre han tenido una simbología negativa. Es natural, las manifestaciones culturales no dejan de ser una representación de las creencias de la sociedad.

En el arte de la Antigüedad, podemos encontrar ratones o ratas en jeroglíficos y en algunos mosaicos o frescos grecolatinos, casi siempre como elementos secundarios.

Con mayor protagonismo, las ratas son elementos fundamentales en la famosa leyenda alemana El flautista de Hamelín, uno de los cuentos de los Hermanos Grimm cuyo origen es incierto. La historia narra la intervención de un flautista que con su melodía consigue liberar a la ciudad de Hamelín de una plaga de ratas en el siglo XIII, quien años después regresa para vengarse porque no le pagaron el precio acordado.

En pintura o escultura, las ratas suelen simbolizar o relacionarse con la muerte, las enfermedades, los vicios, el caos, la traición o la corrupción y han aparecido en numerosos cuadros como personajes secundarios, pero muy representativos de la idea que pretendía reflejarse. En algunos casos, se han utilizado con intenciones moralizantes, como recuerdo del pecado desde la visión cristiana o de la fugacidad de la vida.

Como no podía ser de otra manera, diversos roedores aparecen en manuscritos y bestiarios medievales, asociados al pecado y la corrupción. Con la misma idea podemos encontrarlas en obras escultóricas presentes en iglesias de todo el mundo.

Estos animales también son unos de los tantos figurantes en El Jardín de las Delicias (1515) de El Bosco (1450-1516), de intención moralizante.

Detalle de «El Jardín de las Delicias»


Las ratas también son personajes del cuadro La peste de Ashdod (1630), del francés Nicolas Poussin (1594-1665), que refleja una escena bíblica en la que estos animales vuelven a vincularse con la plaga y la enfermedad; o en El triunfo de la muerte (1562), de Pieter Brueghel el Viejo (1530-1569), que puede contemplarse en el Museo del Prado y las ratas se insertan en un paisaje de muerte, caos y destrucción.

Las ratas también han sido elementos de algunos bodegones renacentistas y barrocos que representan la inevitabilidad de la muerte.

En el siglo XIX, con el surgimiento del realismo y el naturalismo, los roedores pasaron a ser representados de una forma más objetiva y menos simbólica.

En 1928, aparecieron por primera vez los ratones Mickey y Minnie Mouse, que serían recurrentes en Disney y dos de los personajes más representativos de la compañía en los años sucesivos, ahora sí, con una imagen que nada tiene que ver con lo anterior. Estos simpáticos roedores siguen siendo personajes muy queridos por los niños y las niñas a los que, en ocasiones, paradójicamente se les siguen transmitiendo ideas erróneas sobre los ratones.

Estos animales han sido protagonistas en otros trabajos de la industria cinematográfica dedicados al público infantil, como Tom y Jerry (1942), Stuart Little (1999) o Ratatouille (2007).

FUENTES CONSULTADAS

Brookshire, B. (2022). Rats can chronicle human history. ScienceNewsExplores.

Meier, A. (2014). The Mouse, an Unexpected and Enduring Art Muse. Hyperallergic.

Piret, J. y Boivin, G. (2021). Pandemics Throughout History. Frontiers (11).

Sidelnikova, Y. (2020). Mice and rats in art: from love to hate. Arthive.

Stuff, A. (2020). The Best Rats In Art History. TheArtGorgeus.

Una respuesta a “Una mirada al pasado para descubrir el origen del desprecio a los roedores”

  1. […] de otros animales que tradicionalmente han gozado de poca o nula consideración, como los roedores. Tal vez por ello las abejas casi siempre se han asociado con elementos […]

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