Ir a un restaurante siendo una persona vegana puede ser, en ocasiones, un tanto desagradable por diferentes situaciones. En mi caso, me cuesta mucho que, cuando salgo con gente de mi entorno, esta quiera acudir a establecimientos veganos, vegetarianos o, al menos, con opciones para mí. Siempre prefieren ir a lo que ya conocen y que yo me coma una triste ensalada. De hecho, solo una amiga, a la que hace tiempo que no veo, solía estar dispuesta a ir conmigo a restaurantes veganos, y los probábamos todos. El resto de mis amigas, amigos, pareja y familiares tienen creencias erróneas sobre este tipo de lugares y cuando propongo ir a uno de ellos, me dan respuestas como: «nos vamos a quedar con hambre», «son muy caros», «no me gustan las verduras», «no vamos a ir solo porque tú quieras», «te aguantas y comes lo que haya», etc. Por supuesto, si fueran se darían cuenta de que no se van a quedar con hambre, no son más caros que otros restaurantes y se sorprenderían con los platos.
Por eso, reconozco que aunque acudir a un restaurante puede considerarse un acto de contacto social, muchas veces preferiría ir sola y escoger lo que realmente quiero. Y es que el resto de personas, por lo general, suelen minimizar la importancia del veganismo para alguien que decide optar por seguir esta filosofía de vida, o directamente no lo comprenden. Una vez, una amiga me invitó, junto a otras chicas, a cenar a un establecimiento de bocadillos. De camino, pregunté si había opciones veganas, y una de las acompañantes me dijo que sí, que había gambas. Entonces, le dije que no como gambas, pues soy vegana, y me contestó que las gambas no son animales. En ese momento, pensé que me lo estaba diciendo en broma, pero rápidamente me di cuenta de que la empatía de algunas personas hacia el resto de seres sintientes, a no ser que sean perros o gatos, no existe, y más si se trata de animales acuáticos.

En el restaurante
Una vez que hemos conseguido, con mayor o menor acierto, lidiar con nuestros acompañantes mientras acudimos a un restaurante (aunque estos probablemente se pasarán la comida preguntándote por qué eres vegano o vegana), los retos todavía no han terminado.
En primer lugar, lo que hacemos es mirar la carta, si no la hemos mirado antes a través de Internet y vamos con la incertidumbre de si tendrán opciones veganas. Yo siempre mantengo la esperanza, y pienso que al menos un plato encontraré para mí. Pero lo cierto es que muchas veces no hay ni una sola comida vegana, y a veces, ni siquiera vegetariana. En muchas ocasiones, hasta las ensaladas llevan ingredientes de origen animal. Sin ir más lejos, cuando tenía 18 o 19 años trabajé en un restaurante y recuerdo que todas las ensaladas contenían queso, o aceitunas con anchoas, o anchoas, o huevo cocido… Pero no había ninguna libre de maltrato animal. De hecho, en este lugar, lo único cien por cien vegetal que se podía pedir era una parrillada de verduras, por lo que comer primero, segundo y postre se hacía complicado.
En estos casos, la solución que nos queda es pedir una ensalada o cualquier otro plato de la carta, solicitando educadamente al camarero que nos quiten los ingredientes de origen animal. Cuando disponemos de más opciones veganas o con posibilidad de veganizar dentro de la carta, podemos pedir dos primeros en lugar de primer y segundo plato, pues los segundos platos suelen ser carne o pescado. El postre, a menos que sea fruta, difícilmente será vegano.

En ocasiones, nuestras peticiones se verán resueltas sin problema, y podremos comer vegano aunque al final comamos platos que podríamos preparar perfectamente en casa. Otras veces, trataremos con camareros o propietarios de restaurantes que no comprenden a qué nos referimos cuando preguntamos si tienen algo vegano, o lo confunden con vegetariano. Puede que, entonces, nos traigan una ensalada con huevo o queso, o incluso con pescado; o que acudan a nuestra mesa varias veces para asegurarse de qué queremos en realidad. Por ejemplo, una vez recuerdo que pregunté a un camarero por opciones veganas, y lo único que pudo ofrecerme era un revuelto de huevo con setas. Y quizá hace algunos años era normal que los trabajadores y dueños de restaurantes no supieran qué es ser vegano o vegana, pero en la actualidad, considero que deberían conocer más a fondo en qué consiste esta alimentación, ya que cada vez hay más personas que la siguen.
Por supuesto, también hay camareros y camareras muy atentos/as cuando acude una persona vegana, o con cualquier otra forma diferente de alimentación que no es la tradicional. Para esta situación también tengo una anécdota. Hace unos dos años, fui con mi pareja y dos amigos suyos a un establecimiento a comer. Lo que yo no sabía es que este estaba especializado en carnes asadas, lo que me decepcionó mucho cuando llegué, pues no es fácil ver y oler constantemente platos y platos llenos de carne de unas mesas a otras. Sin embargo, el camarero en todo momento se preocupó por ofrecerme comida cien por cien vegetal, e incluso me preguntaba con frecuencia si me había gustado.
Pese a todo, siendo una persona vegana, me gustaría ir más veces a restaurantes cien por cien veganos. En mi pueblo es imposible, y en la ciudad más cercana, es bastante difícil, ya que no hay ninguno. En la ciudad donde comencé mis estudios, sin embargo, había varios, y como nadie quería ir conmigo, algunos días fui sola a probar sus platos. Después, me trasladé a otra ciudad que, aunque era más grande y poblada, tampoco tenía casi ningún establecimiento vegano. Eso sí, hace unos años, cuando pasé unos días en Madrid, me encantó la experiencia de probar varios de ellos, y solo deseo repetir y probar también otros de apertura más reciente, o a los que no me dio tiempo a ir en aquella ocasión, aunque soy consciente de que para eso, quizá lo mejor es ir sola.
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