Al igual que el consumo de carne, el de pescado está totalmente instaurado en nuestra sociedad y en nuestra cultura, e incluso este último se considera un producto más saludable que la carne, aunque lo habitual es comerlo menos a menudo que esta. Antes, quienes comían peces eran, en su mayoría, personas que vivían en zonas de costa o en las cercanías de los ríos, pues disponían de este alimento de una forma más sencilla que de otros; ahora, por el contrario, a pesar de que el pescado sigue siendo tradicional en ese tipo de lugares, toneladas de peces son criados en piscifactorías y cazados de diferentes maneras en todo el mundo para ser vendidos en supermercados, por lo que es un producto al alcance de gente de cualquier parte. Por cierto, menciono la palabra «toneladas» porque así es como se cuentan los peces, y no por número de individuos. ¿Nos hacemos a la idea de lo que esto significa?
Peces
En lo que concierne a los peces, podemos rechazar su consumo por diferentes razones: el daño que causa la pesca en los ecosistemas marítimos, el asesinato de tantas toneladas de animales, o porque simplemente no necesitamos el pescado para sobrevivir. Pero lo cierto es que empatizar con estos animales resulta más difícil que hacerlo con otros, como por ejemplo, los mamíferos, puesto que en estos últimos encontramos más semejanzas a nosotros mismos. Además, estamos mucho más familiarizados con la naturaleza terrestre que con los entornos acuáticos, puesto que somos animales terrestres. Quizá es por eso que también nos cuesta pensar que los peces sienten y sufren dolor cuando son asesinados, pero es evidente que esto es así. Y esta sola razón tiene el peso suficiente como para que nos planteamos si queremos seguir comiendo peces.
Por supuesto, también es necesario rechazar cualquier práctica lúdica que suponga la explotación de los animales acuáticos, aunque no sea la pesca, como la captura de estos para ser expuestos en acuarios o para ciertos espectáculos, o la cría de peces para su venta en tiendas de mascotas, condenados a vivir en acuarios o peceras, donde casi no tienen espacio para moverse.

Pesca
Con respecto a la pesca, esta puede ser comercial o recreativa. La primera es la que se realiza para posteriormente vender el pescado, y es la más dañina con el medio ambiente, a través de prácticas como la pesca de arrastre o la instalación de piscifactorías, que tienen un impacto indiscutible sobre unos ecosistemas tan valiosos como son los océanos, pero que son más rentables económicamente que la pesca tradicional, aunque no nos engañemos, ambas son asesinato. Sin embargo, es curioso cómo muchas personas se suman al movimiento zero waste o a la reducción de residuos empujadas por ciertas imágenes de playas y fondos marinos contaminados, y comienzan a dejar de utilizar plásticos u otros materiales sin darse cuenta de que, si realmente desean salvar el océano, la mejor opción sería no comerse a sus habitantes. Porque la pesca y sus herramientas tienen un impacto muchísimo mayor que cualquier pajita de plástico que nos dan una tarde que vamos al cine.
El segundo tipo de pesca, la recreativa, aunque no tiene tanto impacto, tampoco tiene razón de ser. Pescar por diversión es equiparable a cazar por ocio, una actividad que carece de sentido en pleno siglo XXI, pero que, desgraciadamente, sigue siendo el pasatiempo preferido de muchos padres de familia durante su tiempo libre.
Comer peces es tan poco ético como comer carne
En definitiva, comer peces es tan poco ético como comer carne. En ambos casos, si lo hacemos es por costumbre. A veces, hay quienes optan por seguir comiendo pescado aunque ya no coman carne, quizá porque empatizan menos con los peces; otras veces, lo más fácil es renunciar primero al pescado, porque puede que nos guste menos su sabor. Sea como sea, cualquier paso es útil para salvar a los animales, independientemente del orden en que se dé, pero pensar que en matar peces para consumo no hay tanto dolor como en hacer lo mismo con los mamíferos es un error, aunque hay gente que así lo cree. Prueba de ello es cuando nos ponen en un plato atún o gambas diciendo que es vegetariano y asumiendo que estos no son animales.
¿La solución? Información. Si quieres convencerte de dejar de comer pescado pero no tienes claros los motivos, observa documentales como Seaspiracy u otros; lee sobre el impacto de las piscifactorías, los barcos pesqueros o las redes de pesca; o investiga sobre la sintiencia de los peces.
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