El incomprensible odio hacia las aves

Los seres humanos amamos a ciertos animales, como perros o gatos, mientras demostramos un odio incomprensible hacia otras especies, como algunos tipos de aves. En general, quizá porque vemos menos semejanzas entre ellas y nosotros, nos cuesta más empatizar, por ejemplo, con gallinas o con palomas. Por eso, muchas personas no ven la explotación que supone la puesta de huevos en las primeras o no consideran al pollo que se comen de la misma manera que a la ternera o al cerdo. De ahí la clásica pregunta de: ¿es que tampoco comes pollo? Esto denota una gran falta de conocimiento, puesto que las gallinas son tremendamente inteligentes y no es difícil crear vínculos cuando convivimos con ellas y no las vemos como un utensilio para obtener huevos.

Pero también hay otras aves que sufren la incomprensión humana y, por desgracia, sufren las consecuencias. Por eso, he querido recopilar cinco comportamientos de nuestra propia especie hacia estas que he visto desde pequeña y que están normalizados, pero que realmente son despreciables.

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5 Actitudes incomprensibles de desprecio hacia las aves

  1. Destruir los nidos de las golondrinas. Todos los años veo cómo algunos vecinos de mi pueblo destruyen los nidos de las golondrinas, una acción que se repite en diferentes municipios y ciudades. Y además, lo hacen en época de cría, una muerte casi segura para los polluelos, como si no tuvieran todo el invierno para eliminar estos nidos que tanto les molestan, aunque nunca entenderé por qué son una molestia para los humanos. Por suerte, otras personas le dan menos importancia a que las golondrinas aniden en lo alto de sus casas y dejan sus originales construcciones para que estas pequeñas aves regresen si así lo desean.
  2. Capturar aves para enjaularlas. Hay quienes se dedican a capturar aves que viven en libertad para enjaularlas, porque «les gusta su canto». Yo les recomendaría que disfruten del canto de los pájaros sin hacerles daño, porque no hay nada más terrible que capturar a un animal volador para impedirle que sea libre; y que se pongan en su lugar, a nadie le gustaría pasar el resto de sus días encerrado cuando el resto de su vida se ha movido a su gusto. No hay ninguna justificación para capturar aves, a menos que estén heridas y se haga para ayudarlas, volviéndolas a soltar si se recuperan, lo que guarda relación con el siguiente punto…
  3. No atender a las aves cuando están heridas. Por desgracia, esta escena es bastante habitual: hay una paloma u otra ave en el suelo, herida sin poder volar, y todos pasan sin prestarle atención. Probablemente, ni si quiera piensan en ella; y si lo hacen, pensarán que es un animal salvaje y se curará por sí mismo, o que no pueden hacer nada. Pero sí se puede: buscar atención cuando vemos a un ser sintiente herido debería ser nuestro deber, aunque no sea de nuestra misma especie. En España, existen centros de recuperación de aves en casi todas las ciudades, y también veterinarios que podrán hacer algo por ellas. Cuando se trata de pollitos que se caen del nido, de igual manera deberíamos hacerles caso. Con una simple búsqueda en Internet podremos saber si debemos cogerlos: algunos pájaros que se caen del nido son alimentados por sus madres en lugar donde han caído, mientras que otros no. Una sola búsqueda en Internet también nos dirá cómo alimentarlos y cuidarlos, aunque de nuevo podemos acudir a los mencionados centros de recuperación.
  4. No son plagas. Ni las palomas, ni las cotorras, ni las urracas son plagas. Los humanos no son los únicos con derecho a habitar las ciudades que, por cierto, antes eran campo para los animales, a los que hemos obligado a adaptarse. Sin embargo, nos creemos con el derecho de aniquilar a estos animales que no nos causan ningún daño, cuando si realmente hay una sobrepoblación, hay métodos éticos para solucionarlo.
  5. Poner trampas. Las aves no entienden de propiedades privadas. Pero algunas personas les ponen trampas para que, por ejemplo, no se coman las frutas de su árbol o las verduras de su huerto. Si es tu caso, por favor, no acabes con los animales de esta manera. Hay otras formas de evitar su presencia.

Pero no todo son actitudes negativas hacia las aves. También hay personas que empatizan con ellas y las ayudan. Una forma fácil de hacerlo es poner un recipiente con agua en tu balcón o terraza, sobre todo en verano, cuando es más complicado encontrar charcos donde beber. Mientras tanto, hay quienes prefieren verlas lejos porque, supuestamente, ensucian. No seamos hipócritas, de pequeña recuerdo cómo alguna que otra mula, burro e incluso cabra o gallina pasaban por las calles del pueblo, y defecaban a su paso por toda la vía. Nadie se quejaba porque se consideran animales de trabajo o que nos prestan algún producto. Sin embargo, cuando se trata de animales denominados de compañía, o salvajes, hay muchos ofendidos. Y por supuesto, hemos de mantener limpias nuestras calles, pero la manera de hacerlo no es acabar con las aves ni con ningún animal. Si nos quedamos solos, acabaremos con nuestra propia especie.

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2 comentarios sobre “El incomprensible odio hacia las aves

  1. Pingback: Palomas

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