Todavía hay gente que piensa y afirma que el veganismo está de moda. Qué moda tan extraña, que dura ya unos cuantos años, cuando una de las principales características de las modas es, precisamente, que son efímeras. Bajo mi punto de vista, el auge del veganismo no tiene nada que ver con ninguna moda, sino con una mayor concienciación sobre la situación de los animales en las granjas y en otros sectores, más allá del de la alimentación.
Sin embargo, no siempre es la ética lo que lleva a una persona a hacerse vegana. También hay otros factores, como la preocupación por el medio ambiente o por la propia salud. Y aquí es donde hoy me gustaría detenerme, porque a veces tengo la sensación de que moda y salud han ido unidas, aunque quizá esto era más hace algunos años.
Aunque yo no considere que el veganismo sea una moda, creo que sí hay quienes han tomado ese camino como si lo fuera, tomando esta filosofía como una dieta. Entonces, quizá debería usar el término plant based, y no vegano, porque este último implica mucho más que la alimentación, pero utilizaré ambas palabras indistintamente y con la única finalidad de hacerme comprender.

El consumo de vegetales siempre ha sido visto como un sinónimo de salud, y hay quienes consideran que la alimentación basada en plantas es, por ello, saludable. También existe el otro punto de vista, el de quienes consideran que sacar todo ingrediente de origen animal de nuestra dieta es un error y no puede ser sano. El de quienes piensan que la carne o los lácteos son necesarios e imprescindibles.
Ambas visiones pueden estar equivocadas, ya que todo depende del tipo de comidas que haga cada persona. Ni la comida vegana es siempre la más sana, ni la dieta omnívora es imprescindible. Todo depende con que lo comparemos. Un vegano que come todos los días salchichas veganas y pasta llevará una alimentación mucho menos saludable que un omnívoro que sigue a rajatabla la dieta mediterránea. Y un vegano que no consume procesados y que basa su alimentación en vegetales frescos e integrales será mucho más saludable que un omnívoro que cena a diario en ciertas cadenas de comida rápida.
Una experiencia
La ciencia y organizaciones importantes de diferentes países del mundo avalan la alimentación vegana, siempre que sea equilibrada. Pero Internet es todo un mundo, y en este podemos encontrar de todo. Es por ello que hay quienes todavía venden el veganismo como la cura de todos nuestros problemas de salud, con batidos verdes a los que atribuyen propiedades milagrosas, con ensaladas crudiveganas y postres sin azúcar, pero con sirope de agave, que al final es lo mismo. Y después de todo lo que he visto, creo que esto es negativo para el veganismo, entre otras cosas, porque en más de una ocasión las personas que siguen esos preceptos acaban abandonando la alimentación basada en plantas, y no solo eso, sino que la terminan relacionando con enfermedades. Después, la prensa se hace eco con titulares sensacionalistas y se da una falsa imagen del veganismo.
Que conste que yo también caí en la moda de los batidos verdes y el crudiveganismo, aunque yo no me hice vegana por salud, sino que sobre eso me informé cuando ya lo era. Pero en mi búsqueda de información, acabé dando con influencers o artículos que hablaban de dichos batidos, y de hecho, yo misma los hacía, eso sí, con muy malos resultados. Por eso, me frustraba pensando que sería imposible que pudiera llevar una dieta saludable si no me gustaba la comida crudivegana o los zumos de espinacas para desintoxicar. Me recuerdo a mí misma tomando agua con limón recién levantada porque había visto en algún lugar de Internet que eso alcalinizaba, y a punto estuve de vomitar al instante porque odié el sabor en cuanto entró por mi boca.

Al final, acabé pensando si de verdad ciertas personas que publicaban en YouTube o en Instagram realmente tomaban agua con limón en cuanto se despertaban y batidos verdes para sustituir la comida, o era simple postureo. Por suerte, me volví a informar, esta vez de verdad, con nutricionistas y fuentes más fiables, y me di cuenta de que todo lo anterior no tenía ningún sentido. Sin embargo, era muy fácil toparse con ello hace algunos años, cuando me hice vegana.
Ahora los únicos batidos que tomo son los de toda la vida, pero en versión vegana; como espaguetis de los de siempre en lugar de los de calabacín crudo (el calabacín, mejor salteado a la sartén); añado azúcar cuando hago postres (y si no es azúcar, es sirope de agave o algo similar, pero sabiendo que es lo mismo que el azúcar); a veces desayuno croissants o magdalenas veganas. Pero también como frutas y verduras frescas, frutos secos y legumbres todos los días. Sé que hay gente que come más sano que yo, pero no me obsesiono con ello. Prefiero disfrutar de la comida y de los sabores, y el veganismo no tiene que ser lo contrario a eso.
No quiero decir que no se pueda entrar en el veganismo por salud, porque como ya he dicho, es una alimentación avalada por la ciencia, que puede ser perfectamente saludable, y muchas veces, más que la convencional. Pero no es una dieta de unos meses para adelgazar o para tener más energía y después volver a lo de antes. Es mucho más que eso, y si no te conciencias sobre la verdadera razón de ser de esta filosofía o aunque seas una persona informada lo haces por egoísmo, al final no habrás comprendido nada.
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