El número de granjas industriales ha aumentado en los últimos años en el campo británico
Reino Unido alberga ya más de 1000 granjas industriales o macrogranjas, instalaciones cada vez más frecuentes en el campo británico y en otras zonas rurales de Europa. Por el momento, se desconoce el dato exacto en Reino Unido porque Escocia no ha presentado sus cifras debido a un fallo de ciberseguridad.
Las macrogranjas existen por y para el beneficio de los ganaderos y empresarios cárnicos, lácteos o avícolas, pues les permiten la cría de una mayor cantidad de animales que en la ganadería extensiva, durante menos tiempo y con menos recursos e inversiones. Una granja industrial puede albergar a más de 80000 gallinas utilizadas por sus huevos o a más de 125000 pollos criados por su carne.
En 2017, Reino Unido tenía alrededor de 800 macrogranjas. Actualmente, solo las avícolas (745) casi igualan esa cifra, y algunas de ellas superan el millón de animales. Las granjas industriales de cerdos, por su parte, albergan a más de 20000 individuos. Se estima que las macrogranjas de vacas explotadas por su leche son casi una veintena, que se unen a las nueve existentes de cría de esta especie por su carne.
Numerosas organizaciones y activistas por los derechos de los animales han puesto el foco en las condiciones en las que viven cerdos, vacas o aves en este tipo de granjas, hacinados, muchos de ellos enfermos y con miedo hasta el momento de su muerte. También preocupa el impacto medioambiental de estas macrogranjas, que también afectan a la fauna salvaje autóctona de los territorios donde se localizan.
Investigadores de la Universidad de Oxford han señalado que solo reduciendo el consumo de carne de vacuno en un 90% y el de leche en un 60% se contribuirá de forma significativa a aliviar la crisis climática. Sin embargo, el Gobierno del Reino Unido no ha realizado grandes progresos para cumplir con las ambiciones de cero emisiones.
Esta noticia ha sido reelaborada a partir de la información publicada en Plant Based News el 25 de agosto, por Amy Buxton.