La ganadería intensiva es un tema a la orden del día, debido a la reciente polémica sobre las macrogranjas en España. Pero, ¿en qué consiste este tipo de ganadería? Pues bien, se trata de un sistema de producción en el que se cría al mayor número de animales en el menor espacio y tiempo posibles, y se utiliza la tecnología en términos genéticos, nutricionales y sanitarios. Todo está industrializado y mecanizado, lo que permite reducir la mano de obra necesaria y que salga incluso más rentable para el empresario. Todo en esta ganadería es artificial, desde la cría hasta la alimentación de los animales, con el objetivo de aumentar la producción de carne, leche o huevos al menor coste.
Aunque habitualmente se nos dice que siempre se ha comido carne y que esto es algo totalmente normal desde hace siglos, ya hemos visto en otros viernes de historia que realmente no es así. De igual manera, el modelo de producción actual no nos lleva demasiado atrás en el tiempo para buscar sus orígenes.
La ganadería industrial surgió en la década de 1950, en Estados Unidos, hecho propiciado por ciertos avances como la sintetización de vitaminas, sobre todo de la vitamina D, lo cual permitía que los animales en espacios interiores pudiesen obtener los aportes necesarios de nutrientes de manera totalmente artificial y sin pastar al aire libre. Las vacunas y el desarrollo de tratamientos veterinarios también permitían mantener a una alta cifra de animales en espacios reducidos, pudiendo prevenir posibles enfermedades provocadas por el hacinamiento y la falta de higiene.
De esta manera, los costes se reducían para los productores, pero también para los consumidores, que podían adquirir carne, huevos o leche a precios más baratos. Recordemos que muchos productos de origen animal, antes de eso, eran un lujo.

Este sistema de producción ganadera industrial llegó a Europa en la década de 1960, donde además, tras la escasez que dejó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), habían empezado a subvencionarse las actividades agrícolas y ganaderas con la PAC (Política Agraria Común); y más adelante, comenzó a implementarse en países de otros continentes como Asia o en América Latina.
En España
En España, antes de la aparición de la ganadería intensiva, las granjas se encontraban donde podían aprovecharse los recursos naturales necesarios. Con la producción industrial, esta actividad dejó de depender del medio. En los años 40, la posguerra había provocado hambre y escasez; pero esto cambió a partir de 1952, cuando la firma de unos acuerdos con Estados Unidos dio pie a una mejora en la alimentación de la población, y dentro de los productos de origen animal, los huevos y la carne de cerdo, cuya oferta aumentó, eran los más baratos. Precisamente, las aves y los cerdos fueron los primeros animales que ocuparon instalaciones de ganadería intensiva en España, a partir de los años 50 y 60.
En los años 60, la ganadería cada vez se alejaba más del campo y comenzó a depender de razas importadas (como gallinas «ponedoras» seleccionadas en Estados Unidos y otros países europeos en la década anterior) y piensos para su alimentación, principalmente procedentes de cultivos de soja y maíz, también importados gracias a los acuerdos con Estados Unidos.
Entre 1960 y 1975, las razas autóctonas y la ganadería extensiva perdieron cada vez más protagonismo, en detrimento de la ganadería industrial, con las mencionadas razas y piensos importados.
Ganadería y pandemias
Desde el surgimiento de la ganadería intensiva, ha habido en el mundo diferentes epidemias relacionadas con los animales, como la gripe asiática (1957-1958), provocada por una combinación entre virus humanos y aviares, que causó millones de muertes, si bien en Asia no existía, por aquel entonces la ganadería industrial, aunque sí era habitual la tenencia de aves en las viviendas y la venta de estas en mercados.
Otro ejemplo de la misma época es la gripe de Hong-Kong (1958-1959). La combinación de virus, esta vez, se produjo en cerdos, aunque eran de procedencia humana y aviar, como en el caso anterior. Más recientemente, entre 2009 y 2010, el mundo estuvo pendiente de otra epidemia, la de la gripe A, que se originó en México, probablemente por la combinación de virus porcinos y humanos. En 2015, la gripe India acabó con la vida de 1200 personas; y en 2017, la encefalitis japonesa, provocada por la picadura de un mosquito que puede refugiarse en animales, causó más de 1300 muertes. Y todo esto sin olvidarnos de la actual pandemia, la de la COVID-19.
De todas estas epidemias, puede que solamente la gripe A esté directamente relacionada con la ganadería industrial, pero las demás no pierden, por ello, su vinculación con la explotación animal y el consumo de productos de este origen.

La ganadería intensiva hoy
A día de hoy, la producción ganadera en los países occidentales está protagonizada por la ganadería industrial, pero no es así en otras partes del mundo. Sin embargo, es en Occidente donde esto tiene una mayor huella en el medio ambiente y en la salud de las personas.
La ganadería no solamente genera problemas globales como las pandemias, sino que es insostenible en todos los niveles. Por ejemplo, en las granjas intensivas de gallinas o pollos, se requiere un consumo muy elevado de electricidad, pues se utilizan bombillas que se mantienen encendidas en todo momento para que los animales no puedan descansar y produzcan más, ya que pasan más tiempo comiendo de lo que sería normal.
La ganadería intensiva, como lleva años afirmando la comunidad científica, es una de las principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. También genera contaminación por sus residuos, un grave problema para las aguas y el suelo. Además, este tipo de ganadería también contamina en términos de transporte, pues los cultivos con los que se fabrican sus piensos se dan, mayoritariamente, en terceros países.
En 2021, se calculó que había una explotación ganadera por kilómetro cuadrado en España, la mayoría de ellas industriales y de cerdos, que tienden a ser cada vez más y a aumentar su tamaño. Diferentes organizaciones como Greenpeace han advertido del impacto negativo de estas granjas, pero la realidad es que detrás de estas hay grandes empresas con mucho poder a nivel internacional. Por otra parte, se somete a los trabajadores a realizar su actividad laboral en bajas condiciones de higiene y con salarios muy bajos.
Tampoco esta producción es la clave para una alimentación adecuada para humanos. Debido a las condiciones en las que viven los animales, con el fin de que no desarrollen enfermedades se les dan antibióticos, lo que provoca que ciertos medicamentos pierdan efectividad en humanos. Además, el consumo excesivo de grasas animales conlleva la aparición de enfermedades.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Agromundo (s.f.). Ganadería intensiva.
Domínguez, R. (2001). La ganadería española: del franquismo a la CEE. Balance de un sector olvidado. Historia Agraria, 23, 39-52.
Greenpeace (2021). Proliferación de ganadería industrial por el territorio.
Greenpeace (2021). ¿Qué es una macrogranja?
Mateu, E. (2020). ¿Qué ocurre con la ganadería intensiva? De la Old MacDonald Had a Farm al Farmageddon. Eldiario.es.
Pascual, J. (2020). Ganadería intensiva y pandemias. SociVeSC.
Segrelles, J. A. (1991). La producción ganadera intensiva y el deterioro ambiental (XII Congreso Nacional de Geografía), Valencia.
6 comentarios sobre “Historia: ganadería intensiva”