Podemos contemplarlos en días lluviosos o comiéndose una hoja de lechuga de nuestro huerto, con la lentitud que los caracteriza y que casi siempre despierta simpatía. Hablamos de los caracoles, unos moluscos que es difícil no haber visto nunca, independientemente de dónde vivas. Por desgracia, para algunas personas estos invertebrados son comida, cremas o plagas, pero la realidad es que como todos, son animales maravillosos.
Por eso, estaba tardando el día de dedicar un Sabías que... a los caracoles. Vamos con las cinco curiosidades sobre estos animales.
- Existen más de 40000 especies de caracoles, que viven tanto en medios terrestres como en medios acuáticos de todo el mundo. La más frecuente es el caracol común.
- Si algo caracteriza a los caracoles es la tranquilidad. Algunos pueden permanecer hasta tres años dormidos, aunque su tiempo de descanso depende mucho de las condiciones climáticas. En zonas de mayor humedad, salen más a menudo de su concha que en lugares más cálidos.
- Puedes conocer en qué punto de su vida se encuentra un caracol a través de su concha. Cuando mayor es esta, más edad tiene el molusco.
- La concha es una parte muy importante del cuerpo de un caracol. Bajo este caparazón se encuentran casi todos sus órganos, por lo que pisarlo podría matarlo. Estos invertebrados son muy frágiles y no pueden sobrevivir sin su caparazón, aunque si la rotura no es muy grande, podrá repararlo.
- De media, los caracoles recorren un metro por hora, pero algunos tipos de estos moluscos pueden recorrer hasta 50. Cuando llueve, se desplazan más rápidamente por el suelo mojado, por lo que suelen aprovechar este fenómeno para salir a buscar comida.
Es una pena que en días lluviosos, además de caracoles, suela verse a personas ávidas de dar con estos moluscos para llevárselos a sus casas y comérselos. En algunas partes del mundo, se comen sus huevos. También es una pena que existan granjas de caracoles que los venden como comida, o que aprovechan sus babas para hacer cremas. Por su parte, algunos agricultores los ven como plagas, como si el campo fuera patrimonio exclusivo de los seres humanos. Por cierto, los caracoles sirven como alimento para algunas aves o mamíferos, por lo que acabar con ellos porque se comen las lechugas no es una idea muy acertada. Y por favor, tampoco te los comas ni te pongas sus babas por tu cuerpo. No es necesario.