La lana de oveja es uno de los tejidos más conocidos, y aunque tal vez en el pasado se le daba más uso que en la actualidad, todavía sigue generando enormes beneficios dentro del sector.
Como tejido procedente de un animal, las personas veganas no compramos prendas de vestir u otros utensilios hechos con lana o que la contengan, independientemente de su procedencia, del trato que hayan recibido las ovejas o del tipo de proceso de producción que haya seguido.
Si todavía usas lana o compras prendas fabricadas con esta y no tienes claro cuál es el problema ético de hacerlo, hoy te damos cinco razones para no utilizar este tejido.
1. No es necesaria
No necesitamos llevar puesto un jersey de lana para protegernos del frío, puesto que existen otros tejidos que cumplen la misma función. El hecho de que una prenda de lana te parezca bonita no la convierte en necesaria, y seguro que existen otras prendas que cumplan esa función estética.
En definitiva, no necesitamos usar el pelo de un animal para vestirnos, para no pasar frío o para estar guapos.
2. Hay alternativas
Ligado con lo anterior, existen múltiples tejidos de origen vegetal o sintético que sirven perfectamente como alternativa a la lana y cuya producción no requiere explotar animales.
Estas alternativas no son ni más caras ni menos accesibles que la lana de oveja, así que no hay excusa.

3. Las ovejas no son objetos ni máquinas
Las ovejas no son máquinas de producción textil. Son seres sintientes, y aunque las prendas de lana sí son objetos, las ovejas no lo son y, por tanto, merecen ser respetadas. Si los ganaderos y profesionales de la lana ven a estos animales como objetos de los que obtener rentabilidad, al menos que cambie la visión de los consumidores.
Basta con ver cómo es el proceso de esquilar a un grupo de ovejas para darse cuenta de que son tratadas como objetos, sin tener en cuenta que se les pueden causar heridas y que habitualmente estas situaciones producen estrés en ellas.
4. No nos pertenece
La lana es el pelo de las ovejas y cumple una función en estos animales. Al igual que no nos pertenece la piel de un visón o de un mapache, tampoco es de nuestra posesión el pelo de una oveja.
El hecho de que la industria haya seleccionado genéticamente a las ovejas para que produzcan tanta lana que sea necesario esquilarlas para que no mueran de calor en verano tampoco convierte a su pelo en nuestro.
5. La lana financia a otras industrias
Muchas granjas de ovejas en países como España se dedican, fundamentalmente, a la cría de corderos o a la producción de quesos. Adicionalmente, los ganaderos venden la lana de las ovejas para obtener otro beneficio más.
Por tanto, si compras lana estás financiando la industria del queso o la de la carne de corderos. En ellas, las ovejas son inseminadas para que tengan bebés continuamente. Estos son vendidos al matadero mientras que la leche que les pertenecía acaba usándose para fabricar quesos.