Hípica, equitación, maltrato animal

Los Juegos Olímpicos de Tokio nos están dejando noticias en las que se refleja claramente el maltrato que sufren los animales en deportes como la hípica. La semana pasada, una entrenadora era grabada cuando golpeaba a un caballo que no quería participar en las pruebas olímpicas, mientras su jinete lloraba desconsolada, lo que supuso la descalificación de la deportista alemana. Días antes, otro caballo era asesinado después de sufrir una lesión que le impediría seguir compitiendo. Pero esto solo ha sido la parte visible de un deporte en el que el sufrimiento suele mantenerse oculto, y no es la primera vez que se producen sucesos como estos.

No nos engañemos. El maltrato físico a los caballos que se niegan a realizar las pruebas, que no lo hacen como marcan las normas o que simplemente quedan en un mal puesto es algo habitual. También es normal, en hípica o equitación, asesinar a los animales que sufren lesiones. Porque son herramientas para la competición, y si algo impide que puedan competir, no sirven.

Pese a ello, los jinetes y aficionados a montar a caballo o a ver este tipo de pruebas suelen decir que aman a los caballos. Quizá afirman esto porque los alimentan y de vez en cuando les cepillan el pelo. Pero amar a los animales no solo es eso. Amar a los caballos es, sencillamente, no obligarlos a participar en pruebas inventadas por los humanos. No obligarlos a competir en carreras. No obligarlos a dar su máximo rendimiento. No obligarlos a hacer algo que no quieren (aunque ellos dirán que quieren y que les encanta).

Amar a los caballos es respetarlos. Amar a los caballos es no explotarlos. Amar a los caballos es no mantenerlos encerrados en establos para que únicamente salgan durante las competiciones o los entrenamientos. Amar a los caballos es permitirles ser libres.

Explotación

La hípica no deja de ser otra forma más de explotación hacia los animales. A las gallinas se las explota por sus huevos; a las vacas, ovejas y cabras, por su leche y por sus hijos; a los elefantes, leones o tigres, por su espectacularidad en circos o zoológicos; a las perras y gatas, por sus cachorros en criaderos; a los cerdos, por su carne; y los caballos, en este caso, son herramientas para ganar en un deporte que no tiene razón de ser en el siglo XXI. No importa si están mal o bien cuidados (aunque cabe recordar que si realmente los caballos están bien cuidados, no es más que por el interés en su rendimiento). Pero personalmente, y como ya he mencionado, no creo que encerrar a los animales en establos y obligarlos a correr y a saltar obstáculos sea cuidarlos, por mucho que después de la carrera sean alimentados.

Puede que los espectadores, o incluso personas sin interés en la equitación que no observan explotación en esta, solo vean la carrera, pero muchos de ellos quizá no saben cómo son los entrenamientos y qué pasa cuando los animales no hacen lo que quieren sus entrenadores, cuando no ganan o cuando se lesionan. Por no mencionar el negocio de apuestas que a veces rodea esta práctica, que no entiendo cómo aún se considera deporte olímpico, o ni siquiera cómo se considera deporte. Se mire por donde se mire, los caballos son tratados y utilizados como objetos.

Así que, si te gusta el deporte, por favor, escoge uno donde solo tú o un equipo humano interfiera, sin utilizar a ningún animal indefenso.

8 comentarios sobre “Hípica, equitación, maltrato animal

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