Peces como mascotas

Entre todas las especies de animales que podemos encontrar en una tienda de mascotas, unos de los más frecuentes son los peces. Estos son específicamente criados para su venta y se pasan su vida en pequeños acuarios o peceras. ¿Por qué criar a un animal para condenarlo a vivir en una cárcel? Yo no le encuentro sentido, pero sí existe un motivo: por una parte, es un negocio; y por otra, la mayor parte de la sociedad asume que es normal tener peces como mascota, sin plantearse nada más allá.

Yo misma he convivido con peces de este tipo, que vivían en una pecera; e incluso recuerdo que cuando estaba en primaria, teníamos peces en clase con el supuesto fin de que los niños aprendiéramos a cuidarlos. La primera vez que tuve peces fue un desastre. Mi padre compró varios de ellos en una de esas tiendas de mascotas, cuya dependienta nos explicó cómo cambiarles el agua o qué cantidad de comida necesitaban. Pero un día mi padre tuvo la idea de coger algunas piedras del campo para decorar la pecera, y cuando llegó a casa, lavó las piedras y las introdujo en el recinto. Sin embargo, a los peces no les sentó nada bien el cambio, puesto que son animales muy sensibles que la mayor parte de las veces caen en manos de personas irresponsables que no saben ni siquiera qué condiciones de agua necesitan, lo cual conlleva que, en muchas ocasiones, acaben muriendo. En nuestro caso, varios de los peces murieron. Después, mis padres compraron más y, esta vez sí, vivieron bastantes años. Pero haber aprendido algo más sobre sus necesidades o sus cuidados no justifica haber sometido a los peces a la condena de ser «mascotas». Eso lo aprendí mucho más adelante.

Negocio

Igual que la cría de cerdos, de vacas mal denominadas lecheras o de perros, la cría de peces no deja de ser un negocio más en el que ciertas personas se lucran de su venta. Y este negocio existe porque hay una demanda, y porque la gente no es consciente de que utilizamos a los peces como objetos que se pueden comprar o vender y que si se mueren por ignorancia sobre los cuidados que necesitan, podemos volver al día siguiente a la tienda de animales y comprar otros. Da igual si no tenemos espacio suficiente para ellos, si morirán de nuevo al cabo de unos días o si no van a recibir la atención que necesitan. Lo realmente importante es satisfacer un capricho, que a su vez alimenta los bolsillos de los dueños de tiendas y criaderos.

Pero lo cierto es que los peces también sufren, y cualquiera que alguna vez haya comprado uno de ellos se habrá dado cuenta de que son animales que se estresan fácilmente o que pueden estar, por ejemplo, deprimidos, como cuando son trasladados de un acuario a otro. Tampoco es difícil darse cuenta de que es falso que los peces no tengan memoria. Y es que tradicionalmente se ha pensado que estos animales no recuerdan nada más allá de 30 segundos. Sin embargo, algunos estudios científicos han demostrado que sí, pueden recordar y asociar situaciones durante días. Yo estoy segura de que los peces que tuve me conocían y no me olvidaban después de 30 segundos, pues cada vez que me veían se situaban y nadaban enérgicamente contra el borde más cercano a mí de la pecera pidiendo comida. Y quien haya tenido peces y no se haya dado cuenta de estos detalles, es porque apenas mostró interés por ellos o no los observó lo suficiente.

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Otro aspecto del que me di cuenta cuando tenía peces es que estos, como cualquier otro animal, crecen. En las tiendas de animales nos los venden muy pequeños, pero poco tiempo después aumentan su tamaño. Nadie nos cuenta este tipo de cosas en estos establecimientos porque lo único que les interesa es el dinero. Recuerdo que la última vez que tuve un pez, estaba muy decaído al día siguiente de haberlo comprado, así que lo cambié a un acuario más grande, pero seguía igual. Se quedaba en el fondo y no nadaba. Era normal: lo había separado de los peces con los que estaba acostumbrado a vivir en la tienda y lo había metido en una pecera pequeña donde estaba él solo. Pero yo no sabía hasta qué punto afectaban los cambios a los peces y acudí de nuevo a esa tienda a preguntar qué podía pasarle y qué podía hacer yo. Entonces, la dependienta me contestó de una forma un tanto desagradable y me dijo que algunos peces preferían nadar en el fondo y a otros les gustaba nadar más arriba. Evidentemente, esta no era la situación del pez que yo había comprado.

En definitiva, si no tendrías a un perro o a un gato encerrados en una jaula, no hagas lo mismo con los peces. No apoyes el negocio de la cría de estos animales y permite que puedan vivir donde realmente tienen que estar, en la naturaleza. Una pecera en casa no es hogar para un pez.

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