Las personas más supersticiosas piensan que los gatos negros traen mala suerte. Pero esto, en realidad, no tiene ningún fundamento: es solo eso, una superstición que existe desde hace siglos. De hecho, acerca de los gatos existen diferentes leyendas en diversas culturas, y estas creencias han hecho que, en algunas etapas, hayan sido animales perseguidos, algo que carece totalmente de sentido. Cabe mencionar que hablamos de culturas occidentales, pues en otras, como algunas asiáticas, los gatos negros representan la buena suerte. ¿Te has preguntado alguna vez de dónde proceden estas leyendas?
Civilizaciones de la Antigüedad
Lo cierto es que los gatos negros no siempre han sido considerados símbolos del mal. En Egipto, por ejemplo, eran animales sagrados y estaba prohibido matarlos, pues se pensaba que eran seres enviados por los dioses. Además, en la civilización egipcia, cuando un gato moría era embalsamado igual que los humanos, y quienes habían convivido con él se rapaban las cejas a modo de luto. Así, en 1890, se localizaron, en la antigua ciudad de Bubastis, más de 300000 momias de felinos.
Algunas culturas nórdicas también apreciaban a los gatos y los relacionaban con divinidades. Y en el siglo I a.C., el historiador griego Diodoro de Sicilia relató cómo había presenciado el asesinato de un ser humano por haber matado previamente a un gato. De hecho, hasta la Edad Media, estos animales se consideraban beneficiosos para ahuyentar a los roedores de las urbes y a otros animales de las cosechas.
Sin embargo, otras civilizaciones antiguas no estimaban tanto a los gatos, y sobre todo a los más oscuros, como era el caso de los celtas, que ya los asociaban con figuras diabólicas.
Y llegó la Edad Media
Durante la Edad Media, se asoció a los gatos negros con las brujas y el diablo, y la Iglesia Católica los consideraba sirvientes de estos, ya que los felinos estaban presentes en muchas creencias paganas con las que el cristianismo quería terminar. En esta época, se creía que algunas mujeres practicaban la brujería, y el castigo por ello era la muerte en la hoguera. También existía la creencia de que los gatos negros eran brujas transformadas en animal, lo que provocó que estos fueran, de igual manera, perseguidos, y quienes alimentasen, cuidasen o conviviesen con un felino de este color, como hacían algunas ancianas, podían ser quemados también. La Iglesia contribuyó a la difusión de estas ideas en el pueblo y animaba a cazar a los indefensos animales, lo que provocó incluso el miedo de los humanos a la mirada de los felinos para evitar ser hechizados.
Así, los gatos, y en especial los de color más oscuro, fueron expulsados de monasterios y conventos donde antes eran alimentados, y también del centro de las ciudades. Además, durante la noche de San Juan, llegaron a quemarse gatos negros.
En 1223, el papa Gregorio IX (1170-1241) escribió la bula Vox in Rama en la que acusaba a los gatos negros de ser representaciones del diablo y estar confraternizados con las brujas. También decía lo mismo de otros animales, como ranas y patos, pero lo cierto es que los felinos fueron los más perseguidos. En el siglo XIV, con la llegada de la peste negra, que se transmitía a través de las pulgas de las ratas, algunas teorías (que no han sido demostradas) sostienen que apenas había gatos en las calles como aliados para combatir esta gran pandemia que asoló la Europa medieval, si bien es cierto que aunque sabemos que la peste acabó con más de 50 millones de personas, no sabemos con exactitud la cifra de gatos que fueron masacrados durante esta época, y ni siquiera los estudios realizados han podido demostrar la relación entre la matanza de felinos y la proliferación de la epidemia.
A partir de la Edad Moderna
Más adelante, el rey Luis XII de Francia (1462-1515) puso fin a la persecución y masacre de gatos negros. Pero las falsas creencias no finalizaron con la Edad Media, sino que continuaron durante la Edad Moderna. Los gatos negros y otros animales, como sapos y cuervos siguieron relacionándose con las brujas, que supuestamente los alimentaban con sangre o a través de un tercer pecho. Por ello, cualquier deformidad podía llevar a una mujer a ser condenada por brujería, y las ancianas que vivían con la única compañía de un animal tenían más posibilidades de ser acusadas.
Poco a poco, las matanzas fueron disminuyendo y los mitos infundados, desapareciendo, aunque no del todo. Llegado el siglo XIX, en Inglaterra e Irlanda, en la época victoriana (desde 1837 hasta 1901), cruzarse con un gato negro significaba prosperidad. Pero también siglos atrás, en estos lugares, encontrarse con un gato negro en la puerta de casa durante una boda representaba que el matrimonio sería feliz. Y a día de hoy, en Reino Unido se celebra el Día del Gato Negro, cada 27 de octubre.
En la actualidad, la relación entre los gatos negros y la mala suerte pervive en nuestro subconsciente. Es por ello que los felinos más oscuros son los menos adoptados y los que más tiempo permanecen en refugios, pero lo cierto es que no por ser negro un animal encarna el mal. Son solo creencias antiguas que carecen de sentido.

FUENTES CONSULTADAS
Astrolabio. Historia de la superstición de los gatos negros.
Barakaldo Vet Shop (2019). Mito: el gato negro.
Emvet (2015). La leyenda de los gatos negros.
López, A. (2018). La gran matanza de gatos que estuvo a punto de acabar con la humanidad. Cultura Colectiva.
Ortega, V. J. (2012). Brujería en la Edad Moderna. Una aproximación. Revista Claseshistoria.
Tami, G. Gatos negros, falsos mitos y creencias. Fundación Affinity.
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