Por las estadísticas, lo más probable es que la mayoría de las personas veganas tengan parejas que no son veganas, pues a menos que se hayan conocido dentro del movimiento, es difícil que, casualmente, dos personas coincidan en esto. Y creo que ello es así porque es muy complicado dar con veganos o veganas a menos que nos movamos en entornos de organizaciones animalistas o de establecimientos con esta filosofía. Y también creo que esto es así por mi propia experiencia, porque mis familiares y las personas a las que conozco desde pequeña, así como las que he ido conociendo después, están muy lejos del veganismo, salvo alguna excepción. De hecho, diría que solamente he conocido a otros veganos a través de las redes sociales. Y reconozco que esto a veces es decepcionante, ya que en mi entorno más cercano apenas percibo cambios que puedan beneficiar a los animales, aunque pienso que a nivel general, sí se están produciendo cambios.
Mi experiencia
Pero volvamos al tema inicial: las parejas. Cuando conocí a la mía, jamás imaginé, ingenuamente, que tuviese tanta costumbre de comer carne o que una de sus celebraciones favoritas fuera el asado con amigos o familiares. Empezamos a quedar y lo cierto es que yo trataba de no sacar el tema, por miedo a cómo pudiera reaccionar, y al final que no fui yo quien sacó a colación el asunto de no comer carne. Recuerdo que una tarde, dando un paseo, me dijo que su novia anterior era vegetariana, y en ese momento, no pude resistirme y le dije que yo también lo era, y que, además, trataba de evitar los lácteos, la miel y los huevos que no fuesen de las gallinas de mis padres (todavía no había dado el paso al veganismo, pero estaba a punto de hacerlo).
En aquel momento, él para nada se tomó a mal el tipo de alimentación que yo llevaba, y continuamos quedando. Cuando comíamos o cenábamos juntos, siempre pensaba en mí y preparaba algo vegetariano o vegano, aunque no terminaba de entender este concepto y pensaba que una receta no estaría tan buena si no llevaba queso o algún otro lácteo. En cualquier caso, esto no llegó a ser nunca un problema hasta las primeras comidas con su familia, puesto que sus padres siempre utilizan productos de origen animal para casi todo: queso, nata o leche, y carne o pescado, aunque también comen bastante variedad de verduras. Por eso, realmente nunca he comido mal con ellos, el verdadero problema ha sido ser cuestionada, ver caras de asco mirando mi comida y escuchar comentarios como: «te vas a poner enferma» o «deberías comer más carne», prácticamente cada día. Quizá por situaciones como esta me costó más pasar de ser vegetariana a ser vegana.
Y siendo ya vegana, tengo asumido que la familia de mi novio nunca entenderá lo que esto significa, aunque mi propia familia tampoco. Por eso, trato de no quedarme a desayunar, comer o cenar con ellos a menos que tenga algo preparado con antelación, y por cosas como esta estoy convencida de que piensan que soy rara. Aún así, el tema de mi alimentación sigue saliendo en cada encuentro con ellos. Y ahora, en ocasiones, mi propia pareja, después de haber pasado ya esos primeros meses de conocernos y pensar que no hay nadie mejor en el mundo, me haya dicho que tendría que comer carne. Y nunca sé muy bien cómo reaccionar cuando esto pasa, porque me siento incomprendida. Por lo demás, tenemos muchos otros puntos en los que nunca estamos de acuerdo, pero también otros puntos de unión y conexión que a día de hoy son irrompibles.
Implicaciones en el día a día
Tener una pareja no vegana también significa, para alguien que sí es vegano, que haya carne y otros productos de origen animal en su nevera y en su cocina, algo un tanto incómodo cuando se convive. Más allá de eso, tener una pareja no vegana implica discusiones, por ejemplo, si en un futuro optáis por tener hijos. Sinceramente, si los tuviera, cosa que hoy en día dudo bastante, me gustaría educarlos en el veganismo, pero sé que mi pareja no estaría de acuerdo (y muchísimo menos, nuestras familias), así como quizá tampoco estaría de acuerdo en otros puntos que para mí son importantes en la educación.
En definitiva, no considero que sea fácil gestionar el hecho de que la persona que es tu pareja no comparta algo tan importante para uno mismo como suele ser el veganismo. Sobre esto, sé que hay muchas experiencias diferentes. Sé que hay gente a la que le resultaría imposible que su pareja no fuera vegana; sé que a otros no les importa tanto; y también sé que hay casos en los que esto genera discusiones y problemas a diario.
Hay quienes recomiendan, en estas situaciones, que ambos traten de ver juntos documentales como Earthlings o similares. Quizá funcione. En mi caso, no lo he probado, aunque me encantaría que mi novio algún día se hiciera también vegano, y podría intentar ver uno de estos documentales con él. Pero estoy casi segura de que, al menos en un principio, se negaría a hacerlo, y me planteo si realmente cambiaría de opinión en caso de que lo hiciera.