Por qué no deberíamos comer pulpos

Parece obvio, pero para mucha gente no lo es: como el resto de animales (humanos y no humanos), los pulpos tienen derecho a vivir y deberían quedar fuera de nuestros platos, ya que no los necesitamos para nuestra propia supervivencia y lo más ético es no asesinarlos. Pero es evidente que no todo el mundo llega a esta conclusión, pues si fuera así todos seríamos veganos. Lo cierto es que si ya es difícil que la población general empatice con la vaca o el cerdo que se come cada día, animales a los que estamos más acostumbrados y a los que nos asemejamos más, mucho más difícil es empatizar con un pulpo, pues los ecosistemas marinos y la vida que los habita son grandes desconocidos para nosotros.

Hace poco tiempo, ciertas empresas pesqueras propusieron la creación de granjas de pulpos, lo cual indica que nuevamente lo único que importa es el dinero y la rentabilidad, pero no los animales. No tengo constancia de que, hasta la fecha, exista este tipo de granjas en alguna parte del mundo, pero sí sé que de crearse, sería algo catastrófico, no solo para los pulpos, sino también para el medio ambiente. De hecho, la pesca de estos cefalópodos ya está desequilibrando y afectando a sus hábitats acuáticos naturales, pues el aumento de la demanda ha provocado una disminución de individuos salvajes. A ello se une la gran cantidad de peces y otros animales marinos que serían necesarios para la alimentación de los pulpos, lo que contribuiría a un mayor desequilibrio.

Inteligencia

El problema del consumo de pulpos no solo se da por el asesinato de estos animales o por la problemática medioambiental que ello causa, sino porque muchas personas desconocen la increíble inteligencia de estos cefalópodos. Y es que estos animales son capaces de reconocer a seres humanos, de resolver problemas complejos, de construir refugios para evitar ser vistos por depredadores, e incluso de manipular objetos. También se ha observado que son capaces de planear huidas cuando se encuentran en cautiverio, cosa que, por otra parte, les provoca mucho estrés. Por todo ello, los pulpos necesitan vivir en sus ecosistemas para desarrollarse, y no en granjas ni en cautividad.

Photo by Ann Antonova on Pexels.com

Por tanto, es innegable que los pulpos tienen conciencia, igual que los humanos, y solo por características como esta deberíamos reflexionar más sobre la realidad de lo que hay en nuestras mesas. Si quieres saber datos aún más increíbles sobre los pulpos, te recomiendo el documental My Octopus Teacher (2020), o Lo que el pulpo me enseñó en español, en el que te sorprenderá la relación de amistad entre un humano y un cefalópodo.

Además, sobre la inteligencia de los pulpos, cuyo cerebro funciona de una forma no tan diferente al humano, ya existen bastantes estudios científicos que la demuestran y que han puesto su interés sobre estos animales al tratarse de los invertebrados con el sistema neurológico más complejo entre los animales de dicha clasificación. Otros cefalópodos, como las sepias, también han sorprendido a la comunidad científica por su inteligencia, por ejemplo, a la hora de evitar a un depredador.

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