Tradicionalmente, casi todas las familias celebran la Navidad con comidas y cenas especiales que suelen incluir animales o sus derivados. Es por ello que muchas personas veganas encuentran dificultades en esta época del año, ya que el consumo de carne y pescado se ve por todas partes y el entorno no siempre nos lo hace sencillo. Pero en realidad, podríamos remontarnos a siglos de historia para buscar el origen de las fiestas navideñas, aunque si nos centramos en los platos típicos de este momento del año, veremos que no siempre se ha comido pavo o cordero.
La religión cristiana ha influido mucho en lo que hoy comemos en Navidad, en lo que se celebra y en las tradiciones que tienen lugar estos días, aunque realmente, el cristianismo tomó prestadas festividades paganas previas, como la de Yule, que celebraba el solsticio de invierno y durante la cual se comía jabalí, sustituido por el cerdo a partir del siglo XII. En el siglo IV, el Papa Julio I proclamó la Navidad como una etapa de abstinencia y ayuno, en la que se celebra el nacimiento de Jesús. En Nochebuena, solamente podía realizarse una comida diaria, que además tenía que ser ligera y no debía contener carne. Tras este día, la gente aprovechaba para comer lo que no había podido anteriormente, y en los hogares más humildes se tendía a consumir frutos secos y dulces, mientras que en los más ricos había carne.
El hecho de que en Nochebuena no estuviese permitido comer carne hizo que se popularizaran otros alimentos, tanto vegetales como pescado o marisco, aunque este último, hasta los años 70 del siglo pasado, no era asequible para una gran parte de la población. Otro plato que hoy es también frecuente en las mesas durante la Navidad es el cordero, criado exclusivamente para ser la cena de alguien. También podemos encontrar en ello un origen religioso si atendemos al relato bíblico del sacrificio de Isaac.
El pavo, sobre todo típico en los países anglosajones, se popularizó tras la llegada de los europeos a América, y se cree que llegó a Europa a principios del siglo XVI, pudiendo haber sido uno de los primeros animales en cruzar el Atlántico. El hecho de ser una especie exótica lo convirtió en un alimento exclusivo para las clases altas y la monarquía, como lo eran otras aves: ocas, pavos reales, gansos o cisnes. De hecho, las aves eran símbolo de poder, por lo que una de ellas podía ser una forma de pagar los impuestos a la Iglesia. Ya en el siglo XVIII, los pavos se criaban en países como España y comenzaron a ser más frecuentes para otras clases sociales. Estos eran comprados vivos en las ciudades para ser después asesinados en casa.
A día de hoy, miles de animales son criados únicamente para acabar en la mesa el día de Nochebuena. Muchos de ellos son bebés: corderos lechales, lechones, cabritos… Pero ya no estamos en la Edad Media, y muchas familias ni siquiera tienen creencias religiosas cuando celebran la Navidad. La gente consume, en estas fechas, más de lo habitual, y muchas personas están dispuestas a pagar precios inflados solo por no quedarse sin comer marisco o cordero el día de Nochebuena, lo cual alimenta un negocio basado en la crueldad. Por suerte, cada vez más gente saca a los animales de sus platos, también en Navidad, porque no se trata de una cuestión de tradiciones, sino de ética.
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Vega, A. (2016). ¿Por qué comemos lo que comemos en Navidad? El País.
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