«Lealtad» y «amor incondicional» son los términos utilizados a modo de anuncio de lo que una persona puede esperar de la película Siempre a tu lado (Hachiko), así como han sido palabras usadas frecuentemente para definir la relación que puede crearse entre un ser humano y un perro. Y a veces cuesta entender cómo un animal es capaz de amar a un humano de esa manera, incluso cuando ha sido maltratado.
Pero hoy no vengo a hablar de esa lacra que es el maltrato animal en nuestra sociedad, sino de esta película que vi una vez y dudo mucho que pueda volver a hacerlo, ya que es el largometraje que más me ha hecho llorar en mi vida y no me gustaría volver a pasarlo mal de esa manera (lloré incluso leyendo la sinopsis).
Realmente, la película, del 2009 y protagonizada por Richard Gere, es una versión de otra anterior, un filme japonés del año 1987 que narra la historia real de un perro que, en los años 20, nunca dejó de esperar a su compañero humano en la estación donde lo hacía siempre, a pesar de que este último jamás volvería, puesto que había fallecido. Sobre el largometraje original no puedo opinar, ya que no lo he visto y por la razón anteriormente mencionada, dudo que lo haga algún día, pero sin haberla visto, con la película del 2009, queda bastante claro que se ha «americanizado» la historia. Sin embargo, me parece igualmente buena y necesaria para mostrar algo de lo que aún hay gente que no se da cuenta: los lazos que podemos establecer con animales no humanos, y sobre todo, desde el comportamiento de estos últimos.
Críticas
Hay a quienes les parece cursi, sensiblera, empalagosa y con un exceso de emotividad, pero creo que este tipo de críticas se debe a que es imposible no llorar viéndola (y me refiero a llorar prácticamente desde la mitad de la película), incluso si eres la persona más dura del mundo, y que es difícil contar esta historia de una forma que no emocione.
Yo la vi hace bastantes años, y como no he vuelto a verla ni tengo pensado hacerlo, a día de hoy hay muchos detalles que seguramente se me escapan y que si la hubiese visto ayer podría resaltar. Por poner una pega, diré que aunque se trate de una película que, en cierto modo, puede llevar a la reflexión, no estoy de acuerdo con el uso de animales en la industria audiovisual. Es cierto que desconozco cómo fue el rodaje y cómo fueron tratados los perros que aparecen, ya que se muestra la vida del animal protagonista desde que es un cachorro hasta su muerte, si no recuerdo mal, y eso tuvo que llevar, obligatoriamente, a utilizar a varios canes para rodarla; pero el simple hecho de utilizarlos para «trabajar» no me parece ético, sobre todo hoy que tenemos alternativas gracias a la tecnología.
Hoy he decidido dedicar mi entrada en el blog a esta película porque ha venido a mi memoria durante estos días y me apetecía. Además, mañana dedicaré el viernes de historia a los sucesos reales que la inspiraron. Por el momento, solo me queda recomendar que la veas, aunque sea solo una vez, como hice yo, si es que no lo has hecho ya, porque lo cierto es que es un largometraje bastante conocido.
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