No es ningún secreto que hay animales que mueren a causa de la actividad agrícola. Y esto es algo que ciertas personas se encargan de recordarnos a los veganos continuamente, aunque como tantas otras cosas, no es más que una excusa para seguir comiendo animales y sus derivados. Hoy contesto a este clásico comentario.
Todos los individuos tenemos un impacto en el planeta, ya se trate de humanos u otras especies. En nuestro caso, todas las actividades que mueven la economía, por supuesto, lo tienen. Y la agricultura no podía ser menos. Es innegable el impacto de esta en la naturaleza, ya que muchas superficies donde antes había bosque o plantas variadas son ahora destinadas a cultivos que van destinados a la alimentación humana o animal, y sobre todo esta última, puesto que la mayor parte de las tierras cultivadas del mundo se destinan a los animales considerados de granja.
El modelo agrario (y ganadero) actual no solo requiere de grandes superficies de terreno para satisfacer la demanda y nutrir al capitalismo a costa de los recursos naturales, sino que también tiene un impacto medioambiental en otros aspectos. Uno de ellos es el uso de plaguicidas, herbicidas o pesticidas químicos que acaban con los animales que rondan las cosechas para evitar perderlas o que estas sean dañadas, lo que implicaría pérdidas económicas para los empresarios. Estos químicos están formulados para acabar con dichos animales, generalmente insectos, aunque también pueden afectar a otros grupos.
Por otro lado, la propia destrucción de bosques, selvas o campos con variedad de plantas para destinarlos a monocultivos afecta directamente sobre las especies salvajes que los habitaban. El ejemplo más claro es el de los orangutanes con el aceite de palma. También puede darse el caso de animales que cambian sus hábitos a causa de esas modificaciones en su hábitat, o de ejemplares salvajes que cada vez se acercan más a poblaciones humanas, y con ellos, virus y bacterias que hasta ahora no habían tenido contacto con la humanidad. Esto significa que otras pandemias podrían repetirse en años sucesivos.
En tercer lugar, la maquinaria agrícola actual, fruto de innovaciones técnicas que hacen el trabajo de los agricultores más rápido y sencillo, también puede acabar con las vidas de animales presentes en los campos cosechados.

Ahora bien, ¿el hecho de que la agricultura sea causante de la muerte de miles de animales justifica el consumo de carne, leche o huevos? La respuesta es no. Comprando un kilo de pimientos contribuyes más a salvar a esos animales que comprando un kilo de carne. Recordemos que la ganadería utiliza la mayor parte de los campos cultivados del mundo para producir los alimentos con los que se fabrica el pienso que alimenta a las vacas, cerdos, pollos, pavos o corderos que acaban en nuestros platos. El veganismo no solo contribuye a que mueran menos animales en mataderos, sino también a que mueran menos en la producción agraria.
El veganismo tampoco es un movimiento que busca la perfección absoluta, sino hacer el menor daño posible, y uno de los pasos para ello es no comer animales ni sus derivados. Seguirán muriendo insectos en la agricultura, seguirán muriendo gacelas atacadas por leones, seguirán muriendo mosquitos contra los cristales de nuestros coches, pero nada de eso tendrá jamás la magnitud del sistema de producción ganadera actual. El consumo de carne, leche, huevos o miel no se sostiene bajo ningún argumento, y mucho de memos poniendo a las personas veganas como las causantes de todos los problemas del mundo.
Un comentario en “¿Y qué pasa con los animales que mueren en la agricultura?”