Caza furtiva

Rinoceronte, uno de los animales más deseados por los cazadores furtivos

La caza es una lacra en España y otros países. Se trata de una actividad que es legal, aunque está regulada. Las leyes prohíben cazar a algunas especies por distintos motivos, como puede ser el hecho de que se encuentren en peligro de extinción o que sea su época de cría. Pero hay un tipo de caza que prefiere saltarse las normas (aunque esta actividad es despreciable en todas sus modalidades). Hablamos de la caza furtiva, esa que se hace de forma ilegal y que a pesar de estar perseguida, ha acabado con la vida de miles de animales en los últimos años. Las cifras más trágicas proceden del continente africano y asiático, aunque sucede también en otras partes del mundo. 

La caza furtiva está vinculada al tráfico ilegal de especies, que mueve, cada año entre 8000 y 20000 millones de euros y ocupa el tercer puesto de crimen organizado a nivel mundial. Un negocio que a muchos no les interesa dejar. Aquí la vida de los animales es lo de menos. Importan los trofeos, el egoísmo, el dinero. A causa de esto, más de 300 mamíferos se encuentran en peligro grave de extinción, y más de 30000 elefantes, 100 tigres y 1000 rinocerontes son asesinados anualmente, según datos del World Wildlife Crime Report que elabora la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). 

Por poner algunos ejemplos, los elefantes son masacrados en países africanos como Botsuana por el marfil de sus colmillos. Los furtivos los asesinan para después arrancarles estas partes de sus cuerpos y dejarlos tirados. Lo mismo hacen con los rinocerontes, por sus cuernos. Pero no solo el coleccionismo es un aliciente para los cazadores furtivos. También lo es el mascotismo de animales exóticos, actualmente en auge en países como España. Además, nuestro país es la vía de entrada de diferentes partes de animales obtenidas de la caza furtiva, o de individuos sacados a la fuerza de su hábitat. Muchos de ellos no son descubiertos en los aeropuertos. Otros mueren durante el viaje.

Hablamos de todo tipo de animales, desde caballitos de mar hasta pangolines o primates de poco tiempo de vida que son vendidos como mascotas. Previamente, sus madres han sido asesinadas en la selva. Después, son muchos los que se cansan de una mascota salvaje a la que no puede cuidar, tras haberle privado de los cuidados necesarios para la especie por desconocimiento, tras haber pagado por quitarle su libertad y tras haber descubierto que no es tan divertido como pensaba. Eso sí, también tras haber presumido de mascota exótica en las redes sociales. Algunas especies exóticas son abandonadas en hábitats que no son el suyo, otras acaban en centros de rescate.

Algunas especies, como leones, elefantes o jirafas, son también cazadas por personas occidentales, generalmente de posición alta, que van a África con este único objetivo, el de matar. Otras veces, se caza de forma furtiva para evitar que los animales entren en los cultivos o propiedades privadas, o por puro placer

Además del mascotismo y el comercio de animales o de algunas de sus partes, la caza furtiva también se ve alimentada por el mercado de carne de especies exóticas o por la atribución de propiedades medicinales a algunos animales en ciertos países. A los furtivos cualquier excusa les sirve para hacer negocio.

El problema es tan serio que algunos expertos consideran que actualmente estamos ante la sexta extinción más grande de toda la historia. A este ritmo, especies como los elefantes podrían extinguirse en tan solo una década

Mientras exista este negocio, los cazadores furtivos no van a dejar de existir. Por eso es importante que los occidentales no tengamos el estúpido deseo de tener una mascota exótica, o que no alimentemos la cruel actividad de la caza cuando viajamos, o que alcemos nuestras voces contra el mercado de los trofeos. Entre quienes lo mantienen, tener un cuerno de rinoceronte es símbolo de prestigio. El problema es que están escondidos porque no solo saben que cuentan con el desprecio de un buen porcentaje de la sociedad, sino también porque forman parte de una ilegalidad. Solo nos queda visibilizar la realidad y luchar porque la justicia sea contundente cuando de delitos contra la vida y la biodiversidad se trata.

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