Hay personas que ven el veganismo de una forma demasiado optimista, o más que optimista, intentan mostrar que todo es positivo, sobre todo en redes sociales, con fotos de recetas profesionales, aparentando una vida perfecta y la mejor salud del mundo, mostrando imágenes de animales felices, etc. Otras personas optan por mostrar la otra cara: la de los animales maltratados, la de los familiares que nos juzgan por nuestra decisión, la de las millones de víctimas de la industria de la explotación animal… Personalmente, pienso que no está mal compartir el veganismo mostrando que puede ser perfectamente una alimentación saludable y con fotos de recetas de envidia, pero sin olvidar la principal motivación de este movimiento: el respeto por los demás animales que sufren dicha explotación.
Esta introducción realmente no tiene demasiado que ver con el tema que quiero tratar hoy, o quizá sí, porque al final veganos hay muchos, y cada uno tiene su forma de ser y de pensar, y podemos comentar aquello en lo que no estamos de acuerdo con los demás, pero no tachar a otras personas veganas de falsos veganos, de no aportar nada al movimiento o algo que últimamente veo mucho en ciertas redes sociales: de bienestaristas o de especistas. Porque hay personas veganas que se dedican a acusar a otros veganos de bienestaristas/especistas cada vez que dicen algo con lo que no están de acuerdo. Así, serás llamado bienestarista o especista si celebras que un país prohíba triturar vivos a los pollitos que nacen machos, o que prohíba las jaulas en las granjas porque eso no va a suponer el fin de la explotación animal; serás llamado bienestarista o especista si ves como algo positivo que se reduzca el consumo de carne porque eso no va a suponer el fin de la explotación animal; serás llamado bienestarista o especista si eres vegetariano pero aún no has dado el paso al veganismo porque eso no va a suponer el fin de la explotación animal. Y así podríamos poner unos cuantos ejemplos más.
Ahora bien, ¿qué es bienestarista? Yo lo definiría como aquellas medidas enfocadas a lo que se denomina «bienestar animal«, es decir, a mejorar, supuestamente, las condiciones de vida de los animales destinados a consumo. Lo cierto es que el bienestar animal es inexistente en la ganadería, y más bien es un término que solo les sirve a las grandes marchas de leche, de carne o de huevos para publicitarse en anuncios y campañas en las que invierten mucho dinero como empresas comprometidas cuando no lo son, básicamente porque es imposible que haya bienestar animal cuando una oveja, una vaca, un cerdo o una gallina están destinadas a un matadero desde el día de su nacimiento; o cuando la única finalidad con la que son criados es la producción y la rentabilidad.
Me parece especialmente importante dejar claro que el bienestar animal no existe en la ganadería, sobre todo para esas personas que defienden las granjas extensivas o ecológicas como si los animales estuviesen muy bien tratados y su carne, leche o huevos fuesen de la mejor calidad. Al final, se están haciendo falsas creencias de que se trata de una industria sin maltrato, cuando el maltrato siempre está presente en cualquier tipo de ganadería.
Ahora bien, el mundo no será vegano de un día para otro. La explotación animal no va a terminar de una manera tan brusca. Ojalá así fuera. Ojalá mañana no hubiese más granjas ni ningún animal fuera utilizado en ninguna industria de consumo. Pero no va a ser así. Los cambios siempre han sido lentos y este también lo será, sobre todo cuando la mayor parte de la población sigue empeñada en consumir carne y otros derivados de animales por placer y sabor, aunque la falta de información también ayuda a que esto sea así; y cuando los lobbies de estas industrias son tan fuertes y poderosos; y cuando la cifra de animales muertos en mataderos crece a pesar del auge del veganismo.
Mi postura, por supuesto, es abolicionista, pero entiendo que para llegar a ese punto son necesarios muchos cambios y pequeños pasos que serán especistas porque no significarán el fin de la explotación animal, pero serán avances en el movimiento. Basta ya de críticas a personas veganas que se alegran porque se aprueben esas medidas denominadas «bienestaristas». Basta ya de críticas a personas vegetarianas o flexitarianas que lo son por los animales, porque esos veganos de los que reciben insultos están consiguiendo que nunca den el paso al veganismo y que su imagen de este sea como un movimiento «radical» o sectario (gracias a esas personas, por cierto, también está aumentando el consumo de productos veganos).
Y sí, no todas las cifras hablan a favor del veganismo. La exportación de productos cárnicos está creciendo mientras en países como España disminuye el consumo de carne, lo que hace que quizá no estemos salvando a tantos animales como pensamos. Pero sinceramente, pienso que hablar de lo que uno mismo consigue haciéndose vegano, o vegetariano (en relación con los animales) es una motivación para todos nosotros. Podemos criticar, pero no aportamos nada al movimiento cuando insultamos y acusamos a otros veganos o personas con cierta probabilidad de llegar a serlo.
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