Los galgos son una de las razas de perros más explotadas por los seres humanos, que no solo los utilizan para la caza hasta que ya no sirven a los cazadores, sino que también los usan para hacerlos participar en carreras absurdas, como a los caballos.
Sin ser yo ninguna experta en carreras de galgos, e incluso siendo bastante ignorante acerca de estas competiciones, he decidido escribir esta entrada porque considero que no tenemos derecho a hacer ningún tipo de uso de los demás animales, ni en la cocina, ni en la ganadería, ni en un circo, ni en un zoológico, ni en otros tipos de ocio. Porque los animales no existen para divertirnos, ni por supuesto, para hacer a ciertos sectores ganar dinero a su costa. Es el caso de quienes apuestan en las carreras de galgos. Me gustaría saber qué pasa con los que quedan en los últimos puestos. O quizá preferiría no saberlo.
Por resumir un poco, una competición de galgos consiste en hacer correr a los animales una distancia determinada poniendo por delante de ellos una liebre (que a veces es legal que sea real, y otras veces, es artificial). Artificial como las propias carreras que, como es evidente, no tienen nada de natural ni tienen nada que ver con la naturaleza de los perros aunque quienes las defienden digan que los animales únicamente siguen su instinto. Más bien tienen que ver con el egoísmo humano.
A quienes apelan al instinto animal, les diría que quizá no conocen bien a los galgos, que son perros bastante tranquilos y pacíficos. También les diría que si de instinto se tratase, no necesitarían entrenar a los galgos para que participen en estas carreras. Los entrenamientos son, por cierto, otra forma de maltrato más dentro de este mundo de las competiciones de galgos.
Y es que si hablamos de carreras de galgos solo podemos hablar de maltrato. En algunos casos, se ha descubierto que los animales habían sido drogados con el fin de que el propietario lograse su propósito competitivo. El del humano, no el del perro. Otra forma de maltrato es la cría de estos animales únicamente con la finalidad de convertirlos en galgos de carreras. Los que no sirven son desechados.
Como los galgos utilizados para la caza, los que se usan en competiciones no viven en mejores condiciones. Ya que lo único que desea el propietario es servirse de él para ganar dinero, no lo mantiene proporcionándole un hogar, salidas diarias o simplemente, cariño. Los entrenamientos, las carreras y alguna otra pequeña salida son los únicos momentos en los que estos perros salen de su cárcel. Sus propietarios se empeñarán en decir que los quieren y que los cuidan debidamente, pero no es así. Solo los quieren si ganan, aunque ni siquiera en esta circunstancia podemos utilizar la palabra «querer», porque no es amor, sino interés.
Además, los perros no son los únicos animales maltratados en estas competiciones. También lo son las liebres y conejos utilizados en los entrenamientos, así como aquellas que se utilizan en las propias carreras donde esto es legal.
Recientemente, la organización AnimaNaturalis realizó una investigación sobre las carreras de galgos en España, en la que se sacan a la luz aspectos como el uso de drogas en estas. Solo hay que ver las imágenes de esta investigación para darse cuenta de lo aterrorizados que están los animales mientras los humanos se ríen (solo porque saben que ganarán dinero de la victoria de los perros).
Como sucede con los galgos, a veces los animales con los que más cercanía tenemos los humanos son también maltratados y usados por nuestra avaricia. Cualquier competición en la que se utilicen animales debería estar prohibida. Si es un invento humano, que participen los humanos.
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