El pasado domingo, en la manifestación #20MRural, algunos participantes llevaron pancartas con frases como: «castraos vosotros y vosotras» y otras aún más fuertes y machistas. Al respecto, quiero rescatar uno de los comentarios que hice sobre este evento en el blog:
«Cazadores de extrema derecha pidiendo que les dejen criar perros para abandonarlos, colgarlos de un árbol, matarlos de soledad o venderlos para que otros lo hagan. Sí, esos que dicen amar a los animales. Si de verdad los amaran, sabrían que esterilizar es un acto de responsabilidad y de amor».
Podéis leer mi opinión completa sobre la manifestación aquí. Pero hoy, concretamente, vengo a hablar de la esterilización, ese acto que califico de responsable, y además, aprovechando la oportunidad porque el pasado viernes esterilicé a mi gatita de siete meses.
En mi casa, siempre ha habido animales, pero esta gata es la primera que esterilizo. ¿Por qué? Porque mis padres nunca han querido esterilizar a otros animales con los que hemos convivido, y creo que sobre todo, ha sido por desinformación. Por ello, tuvimos algunas camadas no deseadas, a pesar de que mi madre siempre trataba de que las perras nunca salieran sueltas mientras tenían el celo. Otro día dedicaré una entrada a mi experiencia con esas camadas. Solo diré que tras tenerlas, lo único que se plantearon mis padres fue hormonar a las perras a través de inyecciones, que viene a ser algo como un método anticonceptivo en animales sin necesidad de operación. El problema es que ese método es mucho más agresivo y perjudicial para ellos, pero mis padres llegaron a planteárselo porque era el único que conocían. Y lo conocían porque otras personas del pueblo lo habían hecho con sus perros, pero por aquí era y es bastante más difícil encontrar a alguien que los haya esterilizado. Finalmente, viendo los riesgos que acarrea eso para los animales, decidieron no hacerlo.

Sin embargo, cuando les comenté que iba a esterilizar a mi gata, lo primero que se les vino a la cabeza fue que iba a hormonarla. Rápidamente, les expliqué que se trataba de una cirugía, pero me dijeron que era preferible no esterilizarla y ahorrar ese dinero. De hecho, ese es el pensamiento que tiene mucha gente. Asociamos el veterinario a gasto de dinero, quizá porque así es, pero también es cierto que si quieres tener a un animal pero no quieres o no puedes invertir en él, lo mejor es que no lo tengas. En cualquier caso, con respecto a la esterilización, pienso que en general, se cree que cuesta mucho más de lo que es en realidad. A mí, en concreto, me ha costado unos 120€, y en ese precio se incluye la operación y el antibiótico postoperatorio, pero el precio puede variar en función de la clínica a la que acudas y de la provincia en la que te encuentres.
Además, quien tenga miedo de los costes quizá debería plantearse si no le sale más barato pagar una esterilización que mantener a una camada entera cada poco tiempo. Porque si no tienes la responsabilidad de esterilizar, al menos sé responsable cuando lleguen los cachorros, que tienen unas necesidades.
Información
Por supuesto, aunque tenía bastante claro que quería esterilizar a la gata, me informé mucho antes de hacerlo sobre posibles complicaciones, efectos secundarios, cambios de comportamiento, sobre si era conveniente esterilizarla con tan corta edad, etc. He de decir que se trata de un procedimiento muy seguro y mi veterinaria también resolvió mis dudas en todo momento y me explicó todo con detalle.
Han pasado cinco días desde la esterilización. El día de la operación, la veterinaria me pidió que la gata fuera en ayunas, por lo que no le di comida desde las 22:00 del día anterior. La dejé en la clínica a primera hora de la mañana y la recogí por la tarde. Me dieron dos opciones con respecto al antibiótico: uno inyectable que se lo aportarían allí o pastillas que le tendría que dar en casa, y escogí la primera opción, por lo que no he tenido que hacer ningún tipo de cura ni darle ningún tratamiento desde entonces. En este caso, no le pusieron collar isabelino o campana a la pequeña porque según la veterinaria, era poco probable que fuera a morderse o lamerse, aunque me recomendó que si lo hacía, debía ponérselo.
Cuando volvimos a casa, la gatita estaba un poco desorientada, quizá todavía por los efectos de la anestesia. En esos primeros momentos, no me dejó acercarme a ella y cuando me veía, se escondía, así que dejé que fuera ella quien se acercase a mí cuando quisiera, y así lo hizo. Eso sí, cada vez que quería subir a la cama, a una silla o a cualquiera de sus sitios elevados favoritos tenía que ayudarla, porque ella era incapaz de saltar. Tampoco mostró muchas ganas de comer, y eso que había ayunado desde la noche anterior. Ese día, ambas estábamos agotadas, así que descansamos, y al día siguiente ya era la misma gata de siempre. Ya saltaba y jugaba, aunque he notado que está menos activa que antes, y por el momento, prefiero que así sea, pues está recién operada.
En unos días, volveré con ella a la clínica para la revisión. Por el momento, a mi pequeña le ha salido un bulto alrededor de la cicatriz, por lo que he llamado a la veterinaria para asegurarme de que eso es normal, y así me lo ha confirmado. En una semana, el bulto debería desaparecer.
Esta ha sido mi experiencia esterilizando a mi gata. En base a ella, lo que recomiendo es informarse mucho sobre todo el proceso y sobre los motivos para hacerlo. Y es que la esterilización evita camadas no deseadas, ciertas enfermedades, celos incómodos (para los animales y para nosotros mismos)…, y sigo pensando que siempre es la opción más responsable porque es muy triste ver cada primavera a tantos gatitos en la calle, aguantando las inclemencias climáticas, atropellados, sin un hogar caliente o cuyas madres también están expuestas a todos esos peligros.
En contra de la esterilización, muchas veces he leído o escuchado comentarios de gente que piensa que es algo cruel con los animales o que no debe hacerse porque acabaríamos con los instintos de los animales. Incluso han llegado a decirme que qué tipo de animalista soy por haber esterilizado a mi gata. Pero vuelvo a decir que me parece un acto de responsabilidad y de amor. En primer lugar, porque los instintos pierden su sentido cuando se trata de animales domésticos; porque hay demasiados abandonos y animales en condiciones lamentables a los que ayudar como para traer otros al mundo; y porque la esterilización es algo seguro, y en mi opinión, bueno para los animales con los que convivimos.
2 comentarios sobre “Esterilizar es la opción más responsable”