La semana pasada hablábamos de diferentes teorías de filósofos griegos acerca del consumo de carne y los animales, y hoy me gustaría centrarme en esta misma cuestión, pero en Roma, la otra gran civilización antigua occidental. Antes de empezar, quisiera destacar que no vamos a ver una ruptura total entre el pensamiento de una época y la otra. De hecho, muchos autores que trataron esta cuestión seguían siendo griegos, aunque su territorio había sido ocupado por los romanos.
Al igual que en Grecia, la alimentación en Roma se basaba en vegetales, si bien no se trata de una civilización cien por cien vegetariana, ya que también se practicaba la ganadería. Sin embargo, en el caso de los romanos, su contacto con otras civilizaciones atrajo la introducción de nuevos alimentos cárnicos, como embutidos, aunque esto solo se lo podían permitir las clases más adineradas.
Estoicismo
Algunos filósofos romanos que abordaron la relación entre seres humanos y animales fueron los estoicos, encuadrados entre el siglo I a.C., y el siglo I d.C., si bien esta corriente filosófica había comenzado en la civilización griega, en el siglo IV a.C., aunque hay diferencias importantes entre el pensamiento de la primera etapa y la segunda.
Entre los estoicos, había quienes rechazaban el consumo de carne, pero esto, más que por motivos éticos se hacía por lo que estos consideraban pureza. De hecho, posteriores figuras de la filosofía como Plutarco mencionan que el estoicismo negaba la inteligencia animal.
Entre los representantes del estoicismo, destaca Séneca (4 a.C – 65 d.C.), filósofo que, en sus conocidas Cartas a Lucilio relata cómo en su juventud decidió eliminar la carne de su dieta, aunque más tarde tuvo que volver a consumirla por motivos políticos, ya que durante el mandato del emperador Tiberio se perseguían las religiones extranjeras, y al abstenerse de la carne podría ser considerado como un seguidor de una de esas religiones. En cuanto al sacrificio de animales como alimento, Séneca estuvo muy influenciado por las ideas de Pitágoras, de las que ya hablamos en la entrada anterior, y también de otros filósofos que llevaron una dieta vegetariana, tanto por creencias como por motivos éticos. Además, Séneca asoció la alimentación sin animales a una dieta saludable y beneficiosa.
Sin dejar atrás el estoicismo, encontramos otra visión interesante en Musonio Rufo, pensador del siglo I d.C., cuyas fechas de nacimiento y muerte no están claras, y se conservan muy pocos escritos sobre este. Lo que estos textos dicen es que el filósofo rechazaba el consumo de carne y lo asociaba más a la vida salvaje que a la civilización. Para él, los alimentos más adecuados eran los que proceden de la tierra, es decir, los de origen vegetal; si bien es cierto que también aceptaba productos derivados de animales que no implican sacrificio.
Ovidio
Sin ser uno de los grandes representantes del vegetarianismo en Roma, el poeta Ovidio (43 a.C. – 17 d.C.), en sus Metamorfosis, dejó algunos fragmentos al respecto. Sobre ello alaba la posición de Pitágoras y el rechazo a los sacrificios de animales, que después de ser utilizados por los humanos como apoyo en ciertas tareas o trabajos, son asesinados sin compasión. También señala la idea de que los alimentos vegetales son los más saludables.
Neopitagorismo
Entre los siglos I y III d.C., aparecieron diferentes filósofos seguidores de Pitágoras que recuperaron las ideas de este personaje.
Uno de estos pensadores fue Apolonio de Tiana (3 a.C. – 97 d.C.), que también decidió eliminar por completo el consumo de carne y llevar una dieta basada en vegetales, preferentemente silvestres y no cultivados. También se cuenta que, en sus viajes, predicó contra los sacrificios de animales; e influenciado por Pitágoras, no utilizaba prendas con tejidos de origen animal.
Otro de estos filósofos, Plutarco, que vivió alrededor del año 46 d.C. y el 120 d.C., habla, en varias de sus obras, de la inteligencia de los animales, y la más destacada en este tema es De esu carnium, donde expone sus motivaciones para no comer carne, más alejadas de la cuestión del alma y las creencias religiosas y más enfocadas en la ética. Esta es una de las pocas obras que trata, en su totalidad, el tema del consumo de alimentos de origen animal en épocas tan antiguas, aunque no la conservamos entera. Plutarco se pregunta en qué momento el ser humano fue capaz de probar la carne; por qué el ser humano asesina a los animales domésticos en lugar de matar a los salvajes para consumo; y relaciona a los humanos buenos con otros humanos con aquellos que respetan a los animales.
Neoplatonismo
Entre los siglos II y III d.C., aparecieron, en ciudades como Alejandría, filósofos que trataron de recuperar el pensamiento de Platón.
Plotino (205-270 d.C.) es el más conocido de los neoplatónicos. Sobre este, algunos escritos narran que se abstuvo de comer carne al considerarla impura. Más allá de esto, no tenemos grandes referencias sobre su vegetarianismo, pero sí las encontramos en uno de sus seguidores, Porfirio de Tiro, nacido en el 234 d.C., que escribió De abstinencia, en la que sí observamos planteamientos éticos sobre el consumo de carne.
El rechazo de Porfirio hacia la carne se debe, tal como plantea en la obra, a cuestiones morales, pero también a vinculaciones con los perjuicios de esta para el alma y para la salud. También contesta a argumentos favorables al consumo de carne o a quienes niegan la inteligencia de los animales. Entre las novedades que diferencian este planteamiento de los anteriores, Porfirio menciona el aspecto económico, y afirma que la producción de vegetales es mucho menos costosa que la de carne; también indica que el ser humano no tiene derecho a utilizar a los animales para sacar provecho, ya que estos son inteligentes y racionales; y apela, de igual manera, a la razón humana para ver nuestro injusto comportamiento con otros seres. Ya en el siglo III d.C., encontramos cómo este autor compara el beneficio que obtenemos de las plantas con los alimentos animales, y señala que, en primer lugar, las plantas no parecen ser racionales y, en cualquier caso, solemos consumir sus frutos. Además del ejemplo de Pitágoras, Porfirio habla de otras civilizaciones que se abstienen de la carne.
En definitiva, contamos entre los filósofos romanos con varias teorías contrarias al consumo de carne. Los escritos de estos (o sobre estos) nos han llegado, quizá, en mayor cantidad que el pensamiento griego, lo que hace que tengamos más testimonios. Pese a todo, al igual que en Grecia, no podemos afirmar que el vegetarianismo o la ética hacia los animales fuese mayoritarios (de hecho, numerosos espectáculos utilizaban a otros seres sintientes como entretenimiento, aunque en eso entraremos más adelante). Pero sí podemos buscar en estos autores precedentes a los planteamientos que hoy pone sobre la mesa el veganismo.

FUENTES
Sánchez, P. (2015). La idea del vegetarianismo en el mundo grecorromano y su traspaso al cristianismo primitivo. Trabajo de Fin de Máster. Universidad Complutense de Madrid.
Suárez, N. (2007). La alimentación de los romanos (y III). Salud Extremadura.
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