Cuando hablas de selección genética con personas que no tienen demasiada información sobre el veganismo, o incluso sobre la ganadería, lo que suele pasar es que se extrañen bastante de lo que les están contando, y hay quienes se muestran incrédulos. Pero hasta algunas personas que han vivido toda su vida rodeadas de animales considerados de granja desconocen la realidad de la selección.
Sin ir más lejos, la hija de unos ganaderos del pueblo, tras preguntarme los motivos por los que no comía huevos ni lácteos «si no muere ningún animal para ello», y tras explicarle que eso no era así y que, además, las vacas o las gallinas han sido seleccionadas genéticamente para producir más, me dijo que qué selección iba a haber en unas cabras, vacas u ovejas de un pastor del pueblo. Y es que como mucha gente, esta chica debió pensar que la selección era algo que solo existe en películas futuristas o a unos niveles a los que no alcanzamos las personas de a pie, pero lo cierto es que esta realidad existe en absolutamente todos los productos que consumimos, también los vegetales, aunque el debate ético se encuentra en los animales, que son los que sienten y sufren.
Pese a que haya gente que no se cree que esto existe, con el simple hecho de buscar «selección genética en animales» en Google, podremos acceder a muchísimas webs especializadas en ganadería y artículos al respecto, porque por supuesto, es algo muy estudiado dentro del propio sector, que lo único que busca es la rentabilidad.
En el ámbito de los animales considerados de granja, quizá el ejemplo de las gallinas y los pollos es donde mejor se ve la existencia de dicha selección y los niveles extremos a los que esta puede llegar. Antes de la intromisión del ser humano, las gallinas, de forma natural, ponían entre 20 o 30 huevos al año, durante una década de su vida o algo más, con la única finalidad de reproducirse (no de ser utilizados para freírlos a la sartén o para hacer pasteles). La selección, en este caso, actuó buscando a los ejemplares con mayor producción de huevos, que después de algunas generaciones, cambió por completo la raza que hoy se denomina «ponedora» y su naturaleza. De esta forma, hoy las gallinas ponen casi un huevo al día, y al año, unos 300, lo cual les provoca terribles problemas y empeora su calidad y esperanza de vida.
Es habitual que estas gallinas acaben desarrollando enfermedades, lo cual también afecta a esas aves «felices» de tu tía la del pueblo. Después de dos años, la puesta de huevos disminuye considerablemente, con lo cual algunas de esas tías del pueblo optan por asesinar a las gallinas y comprar otras nuevas, alimentando el negocio tan cruel de la cría y venta de estos animales. En las granjas, a los dos años, las gallinas son enviadas al matadero por ese mismo motivo.

Por otro lado, los pollos, y más concretamente los de raza broiler, que son criados por su carne (también las hembras), han sido seleccionados a través de la misma técnica anteriormente explicada para engordar, en tan solo dos meses, casi tres kilos. En este momento, los bebés con cuerpos de ancianos son enviados al matadero para convertirlos en pechugas y muslitos, y el empresario encantado de poder criar en tan poco tiempo miles de aves reduciendo gastos y espacio.
En el sector lácteo, sucede lo mismo. En un momento dado, comenzaron a seleccionarse las vacas, ovejas y cabras que podrían producir más cantidad de leche, aunque para ello es indispensable que las hembras tengan un embarazo, cuyo bebé será enviado al matadero si es macho, o se quedará en la granja si es hembra. Las vacas y cerdos que se crían por su carne han sufrido procesos similares de selección.
Otros animales
Pero no son solamente los animales de granja los que han sido condenados de esta manera por los seres humanos. También los llamados «toros de lidia» han pasado por la selección genética, que lo que busca es obtener individuos con unos determinados caracteres de fuerza y apariencia, aunque no dejan de ser pacíficos rumiantes.
Los perros son otro claro ejemplo de esa selección genética, ya que muchas razas han aparecido de esta manera: perros salchicha, bulldogs, bull terriers, boxers, etc. Y es que el ser humano a veces tiene ocurrencias absurdas, innecesarias, incomprensibles y caprichosas, lo cual ha condenado a muchos perros a padecer ciertas enfermedades a causa de que un día alguien quiso tener perros con arrugas en la cara, con cabezas más grandes o con cuerpos alargados.
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