Desde las civilizaciones más antiguas, los caballos y otros animales han sido utilizados como medios de transporte, ya fuera con seres humanos montados sobre estos o tirando de carruajes. Esto está presente en las diferentes manifestaciones artísticas de cada época, aunque todavía en la actualidad, cuando disponemos de todo tipo de vehículos sin animales de por medio y mucho más veloces, muchas personas siguen considerando que estos animales son transportes, y no solo eso, sino que también piensan que les hacen un favor al sacarlos a pasear.
Los caballos, además, se han utilizado para otras tareas a lo largo de la historia, como algunas labores del campo antes de ser sustituidos por máquinas, o las propias guerras. Como otros animales, estos trabajaban obligados por los seres humanos y sin recibir nada a cambio, a veces ni siquiera agua o comida suficiente. El abolicionista Benjamin Lay (1682-1759) llegó a comparar la esclavitud a la que se sometía a las personas en la época con la esclavitud de los animales no humanos.
Pero esta no era la visión mayoritaria. Durante siglos, en la mayoría de los contextos, los animales tampoco han estado protegidos por las leyes, tanto es así que en muchos lugares se permitía castigar a los animales que no se comportaban como los humanos querían, que no producían lo que estos deseaban o que entraban en propiedades privadas. En Cornualles (Inglaterra), todavía en el siglo XIX era costumbre asesinar a las gallinas que no ponían suficientes huevos cada Martes de Carnaval.
Pese a todo, en ese mismo siglo, Reino Unido fue uno de los lugares donde más se avanzó en materia de protección animal. Inglaterra había sido una gran exportadora de lana durante la Edad Media, y era común que las ovejas pastaran en campos abiertos. En el siglo XIX, esto ya no era tan normal. El paisaje inglés estaba lleno de cercados, cuadras y pocilgas donde se mantenía a bueyes, vacas, cerdos o caballos. Unos cien años antes, se popularizó el uso de la palabra farm como granja, si bien anteriormente significaba «arrendar». La carne procedente de estas, sin embargo, solo era frecuente en la dieta de las personas más adineradas.
SPCA
En junio de 1824, apareció en Inglaterra la primera Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (SPCA), de la mano de Lewis Gompertz (1784-1861), entre otros, con la intención inicial de luchar contra el maltrato que sufrían los caballos utilizados para tirar de carruajes, explotados sin importar las condiciones climáticas, muchas veces con escasez de alimentos o privados de agua y descanso. Los cocheros únicamente buscaban obtener dinero y habitualmente golpeaban a los animales cuando no podían más o no querían continuar. Pocos años antes, en 1821, habían aparecido las primeras leyes al respecto, y posteriormente, esta sociedad inglesa participó en la creación de otras normativas para regular este negocio y para otros ámbitos, como la prohibición de las peleas de gallos o las peleas entre perros y toros u osos.
Sin embargo, hubo discrepancias entre sus miembros, pues algunos de ellos eran también sensibles al sufrimiento de otros animales, como el propio Gompertz, mientras que otros eran aficionados a la caza o defendían el uso de animales para consumo.
En 1840, la entidad pasó a llamarse RSPCA, por el interés de la reina Victoria (1819-1901) en añadir esa R de Royal.
Esta Sociedad surgió también en otros países a lo largo del siglo, pero la cifra de animales explotados, caballos y otras especies, no dejaba de crecer.
En 1839, apareció la SPCA en Escocia, con el mismo objetivo de proteger a los caballos. Casi 100 años después, en 1930 abrió un centro de descanso para equinos durante el tiempo que no estaban trabajando.
En 1866, se fundó esta sociedad en Nueva York, con el nombre de ASPCA (la A de American).
Pero como ahora, en aquel momento, cualquier avance en materia de protección animal también se consideraba un ataque a las tradiciones o a la forma de vida del pueblo.
Otro problema en esta época era el trato a los animales en los laboratorios, con prácticas como la vivisección, defendida incluso por personajes que no eran necesariamente insensibles al sufrimiento animal, como Darwin (1809-1882), que la entendía como necesaria para el avance científico. Otros ni siquiera consideraban que los animales sentían, y eso justificaba, para ellos, este tipo de prácticas. Uno de los médicos que la llevó al extremo fue Claude Bernard (1813-1878), que encontró una fuerte oposición en su propia esposa, Marie-Françoise Bernard (1819-1901), así como otras feministas de la época.
Trabajadores
Sin avanzar en el tiempo, en esta misma época, el filósofo francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) reconoció a los animales como clase trabajadora, y aseguró que estaban igual de explotados que los humanos.
En 1889, es conocida la anécdota de Nietzsche (1844-1900) y el caballo. El 3 de enero, el filósofo caminaba por Turín cuando observó a un cochero golpeando a un caballo con un látigo. En ese momento, Nietzsche corrió a abrazar al animal para evitar que siguiera siendo maltratado, aunque poco después, fue detenido. Se dice que a partir de ese momento, perdió la razón.
¿Pero qué es la razón? ¿Eso que nos ha llevado a explotar a los animales no humanos durante siglos para nuestro propio beneficio? ¿Eso que nos hace sentirnos superiores?
FUENTES
Castrodeza, C. (2014). Humanos, animales, plantas, derechos y deberes. En Diéguez, A. y Atencia, J. M. (Eds.), Naturaleza animal y humana (pp- 73-81). Editorial Biblioteca Nueva, 73-81.
El Caballo de Nietzsche (2014). Por qué El caballo de Nietzsche. Eldiario.es.
Hmong (s.f.) Sociedad Escocesa para la Prevención de la Crueldad contra los Animales.
Hribal, J. (2016). Los animales son parte de la clase trabajadora y otros ensayos. Ochodoscuatroediciones.
SPCA International (s.f.). Our History.
Un comentario en “Historia: cuando los caballos solo eran medios de transporte”