No, pescado tampoco

No, pescado tampoco

Los mamíferos y las aves criadas en granjas, como los cerdos, las vacas o los pollos, se cuentan por millones cuando se habla de datos relativos a la ganadería. Los peces, sin embargo, se cuentan por toneladas. Es difícil hacerse a la idea del número de víctimas de la pesca.

Hablamos de seres sintientes, como los perros con los que convivimos. Un atún, un salmón o una sardina no tienen menos derecho a vivir que los animales considerados «de compañía», y también tienen sistema nervioso, lo que significa que pueden sufrir, al igual que los mamíferos, así que no, pescado tampoco.

Es curioso cómo algunas personas excluyen a los peces de la categoría de animal. Un claro ejemplo es la típica situación en la que se ofrece pescado a un vegetariano pensando que lo único que este no consume es carne. Otro ejemplo del día a día es el clásico bocadillo «vegetal» con atún. Es un poco deprimente tener que explicar que los peces también son animales, al igual que los mejillones, las gambas, las almejas o los propios seres humanos. Lo sabemos desde el colegio, pero hay quienes se saltaron esa clase o la han borrado de su mente.

Tal vez no tenemos la misma relación con un pez que con un perro. Es natural, los humanos somos animales terrestres, aunque nuestra relación con otros mamíferos terrestres (los de consumo) es igual de dominante que con los peces. También es normal que empaticemos más con un animal con el que compartimos nuestro día a día, como un gato o un perro, que un pez que vive en un océano o en un río. Pero eso no implica que este último tenga menos derechos.

Los peces no son seres inferiores

Los seres humanos no somos superiores a otros animales, aunque nos creamos que es así. Este motivo es más que suficiente para no comerlos, independientemente de que sean mamíferos, aves, peces o insectos.

Y es genial que haya quienes empiecen por eliminar la carne mientras siguen consumiendo pescado, para los que se ha inventado el término «pescetariano«, aunque más bien son omnívoros que no comen pescado. Pero dejar de consumir todo tipo de productos de origen animal, ya sean cárnicos o procedentes de peces, es la única forma ética y justa de no contribuir al sufrimiento de los demás animales. Consumir pescado, aunque no se incluya en la dieta a otros animales, no deja de ser especista, aunque es un primer paso por el que muchas personas veganas han pasado.

Las otras consecuencias de la pesca

Es evidente que la pesca mata. Mata a seres sintientes que no están para servirnos de alimento y que tienen el mismo derecho a vivir que los demás animales del planeta. Pero es que la pesca tiene otras consecuencias por las que deberíamos replantearnos el consumo de pescado.

La pesca descontrolada de algunos peces en las últimas décadas ha provocado que ciertas especies estén en peligro de desaparecer. Ejemplos de ello son el atún, el bacalao, la anguila o la raya.

La pesca también afecta a especies que no son el objetivo de los pescadores y que ni siquiera se comercializan. Las redes que estos utilizan acaban con todo a su paso, y se llevan por delante la vida de animales en peligro de extinción, de peces que después son desechados, de peces que todavía no han alcanzado la edad necesaria para ser vendidos como comida, de mamíferos, de reptiles, de aves o de plantas acuáticas indispensables en el ecosistema marino.

Esta importante pérdida de biodiversidad afecta directamente a los individuos que no son capturados por las redes, puesto que se libran de la pesca, pero no de la falta de alimentos y recursos a la que esta conlleva. Esta actividad, como sucede con la caza, provoca un enorme desequilibrio medioambiental que puede llevar a la proliferación de algunas especies (animales o vegetales) debido a la reducción de las que antes vivían en el mismo hábitat.

Por otro lado, los utensilios de los pescadores, como las redes, son los principales responsables de la contaminación de los océanos, y no las pajitas de plástico o los bastoncillos. Estos aparejos, en ocasiones, siguen cumpliendo su función a pesar de estar perdidos en cualquier lugar del ecosistema marino, lo que significa que algunos animales siguen muriendo por este motivo, sin que vayan a terminar en una pescadería. Esto se conoce como pesca fantasma.

Tal vez no seamos animales acuáticos, pero tenemos suficientes evidencias acerca de la destrucción que provoca la pesca. Si a esto sumamos que no necesitamos comer peces para estar sanos o para sobrevivir y que en cualquier supermercado disponemos de numerosas alternativas, ¿por qué seguir eligiendo las sardinas, el salmón ahumado o el bocadillo «vegetal» de atún?

Y no, la pesca recreativa tampoco soluciona nada.

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8 comentarios sobre “No, pescado tampoco

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