Comeremos insectos porque nos supone un gran esfuerzo dejar de explotar animales

Comer insectos

Ganadería y sostenibilidad son términos opuestos, y esa es una información al alcance de cualquier persona. Pero siendo realistas, la industria de la carne y otros productos de origen animal como los lácteos y los huevos es un lobby difícil de combatir. En el panorama actual de crisis climática, lo que hace la ganadería es blanquear y falsear su imagen y mostrarse como un sector sostenible.

Sobre este tema ya profundizamos cuando hablamos de ganadería y cambio climático, pero he querido introducir este artículo con ello porque es evidente que la ganadería se niega a desaparecer. Las personas veganas y antiespecistas luchamos por su abolición en pos de la liberación animal, pero en la actualidad, hay que reconocer que más que el mensaje animalista, lo que cala es el mensaje del ecologismo y la protección del medio ambiente.

Y en eso se ampara un sector incipiente en los países occidentales: el de la producción de insectos para uso alimentario, bajo la premisa de que es un tipo de ganadería más sostenible y su impacto medioambiental es menor que el de la carne. Hay quienes realmente piensan que los insectos son la proteína del futuro que va a sustituir a la carne de cerdo y ternera.

Estamos ante un escenario preocupante, puesto que los gobernantes no parecen tener inconveniente alguno en aprobar proyectos relacionados con la comercialización de insectos y derivados. Las autoridades son conscientes del problema medioambiental que supone la ganadería convencional, a la que no pueden poner demasiadas trabas porque son un lobby demasiado poderoso, pero al mismo tiempo, se llenan la boca hablando de medidas contra el cambio climático y hacia una transición alimentaria en base a la sostenibilidad. Medidas que, por cierto, no suelen ir de acuerdo con la urgencia de la situación en la que nos encontramos, porque no pueden ir contra este lobby u otros tan poderosos como, por ejemplo, la industria petrolera. O, en definitiva, contra el sistema capitalista en el que vivimos.

En este contexto, la Comisión Europea ha autorizado la comercialización de polvo parcialmente desgrasado de grillo doméstico bajo la excusa de la sostenibilidad. Una medida cuyo cese ha pedido la Unión Vegetariana Española, junto con la Asociación Vegetariana Francesa, Anima Naturalis, Compassion in World Farming España, GreenRev Institute, FAADA y Proveg España, pues la consideran un retroceso en las políticas de la Unión Europea que pretenden potenciar el consumo de vegetales en lugar de los alimentos de origen animal.

Según la carta que han remitido estas entidades, el consumo de insectos también implica un elevado uso de recursos. Señalan que la cría masiva de estos invertebrados requiere un uso de energía similar al necesario para la cría de cerdos o pollos, puesto que necesitan calor para crecer y después son congelados o desecados.

También consideran que los procedimientos habituales en las granjas de insectos, así como los métodos de sacrificio son contrarios a las políticas de bienestar animal que pretende promover la Unión Europea. Resulta curioso cómo en algunos países de Asia, continente donde sí es más habitual el consumo de insectos, aumenta el consumo de carne de cerdo o de ternera mientras en Europa se pretende implantar el consumo de insectos.

Tal vez las autoridades, como la mayoría de la población, no tienen demasiada empatía con los insectos. Es cierto, no sentimos la misma compasión por un grillo que por un perro o una vaca, pero eso no implica que la granjas de vacas tengan que transformarse en granjas de grillos. Sencillamente, lo mejor que podría pasarle al planeta y a los animales es que no existieran granjas de ningún tipo, ni de vacas, ni de grillos, ni de gallinas, ni de conejos… ¿Por qué nos cuesta tanto dejar atrás este sistema de explotación hacia los demás animales? ¿Por qué no reconocemos que estos no son necesarios para nutrirnos?

Si las granjas de mamíferos y aves contaminan y nos perjudican, la solución no es pasarse a las granjas de insectos. La solución pasa por respetar a todos los animales y comer más lentejas.

La realidad, sin embargo, es que las granjas de insectos ya han llegado a Europa, y tienen unos intereses que para nada tienen que ver con el respeto y ni con el aumento del consumo de vegetales. Quieren posicionarse como la alternativa a todos los problemas que causa la ganadería. Y la población puede responder siguiendo su juego, porque aunque a día de hoy muchas personas sientan cierta repulsión cuando piensan en comer insectos, en unos años esto podría ser más habitual, aunque ahora nos cueste entender cómo alguien puede preferir un plato de grillos a un plato de garbanzos.

O puede que no. No lo sabemos. Por parte del veganismo, la respuesta está clara: las granjas de insectos no son diferentes a las de cerdos, e implican el uso y la explotación de otros animales para nuestro beneficio. Por eso, también decimos no al consumo de insectos.

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