«Si no comiéramos carne, los animales se extinguirían»

Argumentos contra el veganismo, la extinción de los animales si no existiera la ganadería

Que los animales de consumo se extinguirían si todos fuéramos veganos es una conclusión a la que llega mucha gente. Tiene lógica. Si dejaran de criarse estos animales, dejarían de existir. Lo que ocurre es que mucha gente menciona ese argumento como si fuera algo malo. Como si fuera preferible criar millones de animales en horribles condiciones para después asesinarlos en mataderos mientras contaminamos el planeta a la extinción de unos seres que, en realidad, no existen en la naturaleza.

Porque ni lo que denominamos vacas lecheras o de carne, ni lo que llamamos gallinas ponedoras, ni lo que llamamos pollos de engorde, ni lo que denominamos toros de lidia existen en la naturaleza. Absolutamente todos los animales criados para consumo humano son fruto de la selección genética. Jamás habrían surgido de una evolución natural de las especies. Así que sí, seguramente en ese ansiado mundo sin explotación animal no existirían. Se habrían extinguido.

O no. Hay muchos animales que actualmente se encuentran en peligro de extinción y a nadie se le ocurre la idea de criarlos por millones para después matarlos y comernos su carne, bebernos su leche si son mamíferos o comernos sus huevos si son ovíparos. Se emplean, para su conservación, otros métodos más éticos y responsables, como la prohibición de la caza de estos, por ejemplo.

Esto significa que si nuestro objetivo es la conservación de una especie, hay muchas formas de hacerlo sin necesidad de crear toda una industria de explotación hacia los animales que a ella pertenecen, aunque en este caso, ni siquiera podemos hablar de especies, es decir, las vacas denominadas lecheras, las denominadas de carne o los toros llamados de lidia no son especies distintas. Todos ellos pertenecen a la especie Bos taurus, domesticada hace miles de años y que hoy se encuentra repartida por prácticamente todo el mundo, aunque no en todos los lugares es explotada y no por ello ha dejado de existir en esas zonas.

Tampoco podemos comparar la posible desaparición de los tipos concretos de animales que son explotados por la industria ganadera con la extinción de especies en peligro como los elefantes o los rinocerontes, porque esto último sí supone un impacto en la biodiversidad, mientras que lo primero, en realidad, sería incluso beneficioso para esta.

Al comentar esto, no son pocas las personas que nos preguntarán qué tipo de animalistas somos cuando preferimos la extinción de unos animales antes que su consumo. Pero si algo caracteriza a los veganos es nuestra empatía hacia los demás animales, y si somos capaces de ponernos en su lugar, ¿no preferiríamos nosotros no existir antes de que nos críen para mantenernos hacinados en granjas, robarnos a nuestros hijos durante el tiempo en que vivimos y después asesinarnos? Algunas personas tenemos claro que si pudieran hablar, las vacas, ovejas, cabras, cerdos, gallinas, pollos, pavos conejos, etc., preferirían la extinción.

Pero al margen de esto, no nos engañemos. Quienes comen productos derivados de animales no lo hacen para que estos no se extingan. Lo hacen porque les gusta, porque forma parte de sus costumbres, por comodidad o tal vez por ignorancia, pero no por si acaso dejan de hacerlo y desaparecen las vacas. Si de verdad se preocuparan por la extinción de las especies, la decisión que tomarían sería dejar de consumir productos de origen animal, porque el impacto de la ganadería en el planeta y los seres que lo habitan es mucho más fuerte que el sabor del café con leche, del huevo frito o del jamón.

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