Historia: animales extintos (III) – la quagga

Animales extintos parte tres: la quagga

Han pasado bastantes meses desde la última vez que recordamos a un animal extinto. En aquella ocasión fue el mamut, aunque anteriormente habíamos hablado de la polluela de Laysan, mucho menos conocida que los mamuts; o del tigre de Tasmania. No podíamos dejar pasar más tiempo sin dedicar un espacio a un animal al que ya no podremos contemplar, como muchos otros, por culpa de los seres humanos, aunque en esta ocasión, no es del todo cierto, como veremos. Tal vez es una buena forma de tener presente el daño que hemos hecho y seguimos haciendo a las especies con las que convivimos.

Para ello, hoy recordamos a la quagga (equus quagga quagga), un animal muy particular.

La quagga era una subespecie de cebra que habitaba en Sudáfrica. Su aspecto era especialmente llamativo: con las características rayas de una cebra en la parte delantera del cuerpo, y con apariencia de caballo y ya sin rayas en la parte trasera. Sus piernas y su vientre eran totalmente blancos, y el resto de su pelaje era de color marrón con las rayas negras.

Fue en 1788 cuando este animal fue descrito por primera vez, aunque se pensó que era una especie independiente, creencia que estuvo presente durante mucho tiempo. Fue bastante más adelante, en 1984, cuando se descubrió su estrecha vinculación con las cebras y fue catalogada como una subespecie de estas, pese a que en aquel entonces, llevaba cien años extinta.

Otro dato interesante sobre estos animales tiene que ver con su nombre. «Quagga», tal como los llamaban las tribus originarias de Sudáfrica, es, en realidad, una onomatopeya y hace referencia al sonido que emitían, aunque también se denominaba con este término a cualquier cebra.

Las quaggas tenían una esperanza de vida de unos 40 años, y aunque no se sabe demasiado sobre su comportamiento, se cree que vivían en manadas, al igual que las cebras, con entre 30 y 50 miembros y fuertes vínculos entre individuos.

La caza y el colonialismo

Su extinción se remonta al siglo XIX, y la causa principal fue la caza. En este momento histórico, los países europeos habían comenzado una carrera colonialista que se cebó con las tribus africanas, su hábitat, su modo de vida y también los animales de este continente. La caza acabó convirtiéndose en un símbolo de ese colonialismo en el que los europeos deseaban mostrarse como dominantes ante el resto del mundo.

En este contexto, las quaggas fueron cazadas sin ningún tipo de control por los colonos holandeses y sus descendientes, los bóers, que buscaban obtener pieles y carne con las que comerciar y estos animales eran fácilmente localizables para ellos. Además, los consideraban competidores para sus ovejas o cabras, a las que habían introducido en los pastos habitados por quaggas. Se dice que los cazadores llegaban a extraer las balas de los individuos muertos para ahorrarse munición. Esto nos da una idea del extremo al que llegaba esta práctica en esta época.

El ansia colonial era tal que, en 1820, se pretendió domesticar quaggas para conquistar África a lomos de animales muy parecidos a los caballos que habían protagonizado otras conquistas del pasado.

En 1850, ya había desaparecido una buena parte de la población de quaggas en Sudáfrica. 20 años después, los cazadores acabaron con la vida de la única manada que quedaba en libertad, hasta que, en 1878, abatieron a la única que quedaba en estado salvaje.

Pero estos animales no solo fueron víctimas del colonialismo en lo que respecta a la caza, sino que los colonos también las capturaron para enviarlas a zoológicos europeos. De hecho, las fotografías de quaggas de las que disponemos actualmente fueron tomadas en estos lugares.

En 1872, fallecía la quagga del zoológico de Londres, y en 1875, la del zoo de Berlín. La última quagga murió el 12 de agosto de 1883 en el zoológico de Ámsterdam, tras haber estado cautiva desde el 9 de mayo de 1867. Por aquel entonces, solo se conservaban ejemplares embalsamados, fotografías y dibujos descriptivos.

Sin embargo, nadie fue consciente de que con ella desaparecían las quaggas, debido a la confusión que generaba el uso frecuente de este término para referirse a cualquier cebra.

Quaggas del siglo XXI

La quagga es el único animal extinto cuyo ADN ha sido decodificado y secuenciado. Es por ello y por su relación con las cebras que los científicos creen que podrían revertir esta extinción y traer de nuevo a estos animales a través de la cría selectiva de algunas cebras. Así, desde hace décadas, esto ha permitido criar a varias quaggas en Sudáfrica, en el marco del Proyecto Quagga, iniciado en los años 80.

El impulsor del proyecto, Eric Harley, consideró que las cebras tienen ADN de quagga en sus genes, lo que permitiría cruzar a aquellos ejemplares con menos rayas o en los que estas van desapareciendo. Así, las nuevas quaggas tienen un aspecto similar a las ya desaparecidas. El objetivo del proyecto es que estas puedan habitar en una reserva en libertad como sus ancestros.

Los científicos reconocen que las quaggas actuales pueden no ser exactamente idénticas a las extintas en el siglo XIX, debido a los cambios genéticos y adaptaciones al medio de las propias cebras en el último siglo. Por ello, las quaggas del siglo XIX han sido bautizadas como Rau quagga, en referencia a uno de los impulsores del proyecto, Reinhold Rau, aunque algunos expertos están convencidos de que estas pueden catalogarse como el mismo animal de hace más de un siglo. Otros no opinan lo mismo.

Esta selección genética a la que han sido sometidas es la misma que se hace en la ganadería, en la que se intenta criar animales con unas determinadas características que los convierten en más productivos o rentables para el negocio, con la diferencia de que las quaggas no se están criando para la industria alimentaria.

El Proyecto Quagga, sin embargo, ha sido cuestionado por motivos éticos. Y es que las quaggas procedentes de la cría selectiva pueden vivir en el que siempre fue el hábitat natural de estos animales, pero a lo largo de más de un siglo, este ha sido alterado. Además, en el siglo XIX, el desarrollo de la ganadería era mucho menor que en la actualidad, y hoy tendrían que convivir con ovejas o cabras, con el consiguiente impacto de esta actividad en el ecosistema y con posibles conflictos con ganaderos locales.

También se ha criticado este proyecto por no tener en cuenta las posibles diferencias de comportamiento entre las quaggas del pasado y las actuales. Son muchos los científicos que opinan que los animales extintos no deben salir de los museos.

FUENTES CONSULTADAS

Artimalia (s.f.). Hacia 1880, Quagga.

Bazo, E. (2017). Un proyecto llamado Quagga. Hidden Nature.

Chuet-Missé, J. P. (2016). Este animal ha vuelto a la vida tras haberse extinguido por culpa de la caza extrema. La Vanguardia.

Fischer, A. (2021). Quagga, la media cebra que se extinguió por la caza furtiva y la ciencia regresó a la vida. National Geographic.

Hernández, D. y Gerstein, J. (2022). 23 animales que se han extinguido en los últimos 150 años. Esquire.

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