Sin rodeos, la respuesta es no. Puedes hacerte vegano y que ello implique una mejora en tu salud o que sea la salud lo que te empuje a dar el primer paso hacia una alimentación sin animales, pero no hacerte vegano por salud. Porque el veganismo no es una dieta. Es una posición ética y política que implica dejar fuera de nuestro consumo la explotación hacia los demás animales.
Una persona que deja de comer carne, pescado, huevos, lácteos y miel por su propia salud no necesariamente saca de su consumo a los animales, puesto que puede seguir comprando ropa o calzado de piel, maquillaje testado en animales o entradas para ir al zoo. Y es cierto que hay quienes empiezan por una alimentación basada en plantas y acaban haciéndose veganos, pero también hay mucha gente que se apropia de la etiqueta «vegan» para definir su dieta, con imágenes de batidos verdes y coloridas ensaladas en redes sociales. Después nos sorprendemos cuando dicen que ya no son veganos.
En realidad, nunca lo fueron, puesto que tenían una idea equivocada de lo que es el veganismo. Por si no fuera poco, alegan que han dejado de ser «veganos» por problemas de salud, por mucho que hayan promocionado la dieta sin animales como beneficiosa durante meses o años. En las redes sociales, podemos encontrarnos con perfiles que antes vendían la dieta basada en plantas y ahora venden la dieta basada en carne. ¿En qué quedamos? Solo esto debería darnos indicios de que esta gente no es de fiar. ¿Y si lo único que quieren es eso, vender, aunque sea jugando con la salud de los demás?
Las personas críticas con el veganismo ven en estos supuestos «ex-veganos» el ejemplo perfecto para desacreditar al movimiento y reafirmarse en su posición de que es imposible vivir sin comer animales, lo cual no deja de ser otra excusa para seguir haciéndolo y tener la conciencia tranquila.
Si hasta hace poco la mayoría de las personas ni siquiera conocían el término «vegano» o «veganismo», ahora la información tampoco es mucho mayor. Es cierto que estas palabras han dejado de sonar a chino, aunque todavía nos encontramos en situaciones en las que comentamos al camarero de un restaurante si tienen opciones para veganos y se quedan mirándonos extrañados.
Por los animales
El veganismo nació en 1944 como un paso más allá del vegetarianismo. Sus impulsores se dieron cuenta de que tras los lácteos o los huevos también había sufrimiento animal, y también tras otro tipo de industrias como la peletera o la del entretenimiento. La razón de ser del veganismo son los animales.
Pero a día de hoy, no es difícil encontrarse con personas que dicen ser veganas por salud o por motivos medioambientales. Todo parece indicar que estas últimas son la mayoría de quienes no comen animales, o al menos las que a veces hacen llegar su mensaje incluso a las altas esferas, porque si desde la política se habla muy pocas veces del impacto de la carne o los lácteos en el medio ambiente, muchísimo menos se habla de la explotación animal. Es más probable que veamos noticias en medios de comunicación sobre la contaminación de la ganadería que sobre los mataderos.
Y por supuesto, la cuestión medioambiental es importantísima, al igual que lo es cuidar nuestra salud, pero se está dando al resto de la sociedad un mensaje equivocado. El mensaje de que algo vegano es un alimento procesado que intenta parecerse a la carne, pero no una persona que no quiere participar de la explotación animal. El mensaje de que lo vegano es más sostenible y contamina menos, pero no el de que no implica esa explotación.
Y sí, es cierto que los productos plant based contaminan menos y minimizan el uso de recursos para su elaboración. A veces, también son más sanos, pero una persona vegana puede alimentarse de azúcar y grasas de mala calidad y no por ello deja de ser vegana. Porque el veganismo es por los animales. Si fuera por nuestro propio beneficio, seguramente no seríamos veganos, y no porque eso empeore nuestra salud, sino porque es más cómodo vivir sin pensar que hacemos daño o contribuimos a hacerlo.