Gallinas enjauladas: ¿De dónde proceden los huevos que hay en tu nevera?

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El solo uso de un animal (en este caso, las gallinas) para obtener un alimento que no necesitamos (el huevo) ya debería hacer que nos replanteásemos el consumo de huevos. Sin embargo, en el debate ético que esto plantea, no son pocas las personas que se defienden diciendo que las gallinas no mueren en la industria del huevo; que no se les maltrata y que no sufren porque poner huevos es su naturaleza y no hay nada de malo en comerlos, ya que de otra manera se perderían; o que ellas solo comen huevos de su tía la del pueblo, que escapan a la industria.

Lo cierto es que ninguna de estas afirmaciones es real. En primer lugar, porque las gallinas sí mueren en las granjas de producción de huevos, pues al cumplir unos dos años de edad son enviadas al matadero porque la puesta se reduce, lo cual no es rentable para el ganadero que prefiere sustituirlas por otras más jóvenes que sufrirán el mismo destino. Otras gallinas no llegan al matadero porque las terribles condiciones en las que viven las acaban matando. Estos animales podrían alcanzar los diez años, si bien es cierto que las llamadas gallinas «ponedoras» no suelen llegar a dicha edad porque la selección genética les suele provocar enfermedades y problemas que pueden reducir en más de la mitad su esperanza de vida.

La selección genética, por cierto, también afecta a las gallinas de tu tía la del pueblo, así que no, estas no escapan a la industria cruel del huevo. Es cierto que estas no mueren en un matadero, pero a veces la tía del pueblo es el propio matarife que quiere hacer caldo con las gallinas que ya han reducido la puesta de huevos para comprar otras nuevas, financiando una vez más esa industria de la que supuestamente escapa.

Y sí, poner huevos es un acto natural de las gallinas, pero lo que no es natural es que estas lo hagan 300 días al año, pues sin la selección genética de por medio, los pondrían durante más o menos un mes de todo el año, en la etapa reproductiva, que es para lo que sirven los huevos.

También es cierto que una vez puestos esos huevos, las gallinas no hacen nada con ellos (bueno, a veces los picotean y se los comen, lo cual a la tía del pueblo le parece fatal y en las granjas es imposible). Tampoco va a nacer un pollito de esos huevos porque para eso tienen que haber sido fecundados. Por todo ello, las personas suelen pensar que si no se los comer, sería un alimento perdido. Tal vez no saben que si les dan los huevos a las propias gallinas para comer recuperarán el calcio que han perdido durante la puesta.

¿Cómo viven las gallinas en las granjas?

La mayoría de los huevos que a día de hoy consumimos proceden de gallinas enjauladas en granjas intensivas. Estos huevos suelen ser los más baratos del mercado y los que encontraremos en la mayoría de las neveras de nuestras cocinas, si bien es cierto que algunos supermercados ya han dejado de vender huevos de esta procedencia y en la Unión Europea se plantea la prohibición del sistema de jaulas.

Estas son algunas de las características comunes a este tipo de granjas:

  • Cada jaula mantiene a varias gallinas hacinadas entre sus rejas, de las que solo saldrán para ir al matadero. El hacinamiento es tal que los animales no tienen libertad de movimiento, a veces tienen dificultades para alcanzar la comida o el agua y no pueden extender sus alas.
  • El hacinamiento tiene otra consecuencia: la falta de higiene. Literalmente, las gallinas viven entre la suciedad de sus propias heces y otros residuos y aún así, se considera que sus huevos cumplen las normas de seguridad alimentaria.
  • No ven la luz del sol. Las gallinas están expuestas a una luz artificial la mayor parte del tiempo, lo que intensifica la puesta de huevos a la vez que reduce el tiempo de sueño. Algunos activistas, sin embargo, han entrado en granjas totalmente en la penumbra. De una u otra manera, las gallinas jamás ven la luz del sol mientras viven en ellas.
  • Prácticas como el corte del pico son legales y son la norma. Es difícil ver a una gallina en una granja con el pico entero. Casi siempre este se les corta sin anestesia y de una forma tan rápida que puede provocarles lesiones mayores o problemas respiratorios toda su vida. El corte del pico suele hacerse para que no se agredan entre ellas por el estrés que les provoca el hacinamiento o para que no tiren tanto pienso al suelo cuando comen.

En 2021, la organización Equalia reveló cómo viven las gallinas en las granjas industriales españolas: algunas muertas descomponiéndose junto a las vivas, aves desplumadas y heridas y en instalaciones donde proliferan las ratas y ácaros en los huevos que después se comercializan.

Otra investigación, esta vez en Italia y de la mano e la organización Essere Animali, delató a una granja que sacrificaba gallinas de forma ilegal y sin aturdimiento previo, cómo se las trataba de forma violenta, se las tiraba al suelo, se les manipulaba sin ningún cuidado; y cómo se comercializaban huevos con la denominación de «camperos» sin serlo realmente. La granja en cuestión fue condenada tras la investigación, pero estos abusos e ilegalidades no necesariamente responden a un caso aislado. La violencia es la norma en todo tipo de granjas.

En Eslovaquia, este año se ha publicado la primera investigación sobre las condiciones en las que viven las gallinas en granjas en el país. La organización Humánny Pokrok reveló la gravedad de la pérdida de plumas de las gallinas y lesiones no tratadas, hacinadas sin luz, arrojadas con vida a cubos de basura… Tras 48 horas de su publicación, el debate llevó a la esfera política sobre la prohibición de las jaulas.

La industria quiere 300 huevos por gallina al año. A la industria no le importa nada el bienestar animal, ni que las gallinas puedan desarrollar sus comportamientos naturales o satisfacer sus necesidades.

Abolir el sistema de jaulas es un paso necesario, pero la abolición de la explotación animal es el fin al que debemos aspirar.

Más información: Eurogroup for Animals.

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