Historia: otros apuntes animalistas del siglo XIX

Después de tratar la relación entre los autores del Romanticismo y del Realismo, los dos grandes movimientos artísticos del siglo XIX, con los animales, cabe destacar también otros apuntes animalistas de esta época que he dejado en el tintero.

Como ya vimos en el viernes de historia dedicado al Romanticismo, varios escritores británicos fueron sensibles hacia el sufrimiento de los animales. Inglaterra es especialmente relevante en este período porque durante la Era Victoriana (1837-1901), se produjo un desarrollo a todos los niveles: industrial, agrícola, económico, urbano y político. También cambió la relación entre humanos y animales, pues mucha gente se alejó del campo para vivir en las ciudades y se hizo más común la convivencia con perros o gatos en estas.

En 1822, la Ley Richard Martin promulgada en Reino Unido ya trató de prevenir la crueldad con los animales de la ganadería: maltratar a caballos, ovejas o vacas pasó a considerarse un delito. Dos años después, en 1824, se creó en Londres la primera Sociedad Protectora de Animales. No fue hasta algo más de dos décadas después cuando se creó la primera asociación de estas características en Francia. Ambas aludían al normalizado trato cruel con los animales, sobre todo entre las clases más bajas, y exigían castigos y educación. Como curiosidad, también señalaban a los pueblos mediterráneos como los españoles como especialmente crueles con los animales, y los situaban «al margen de la civilización».

En 1835, se amplió la protección a los animales para incluir a perros y gatos en Reino Unido, y en 1860, la activista Mary Tealby (1801-1865) fundó una organización de bienestar animal en este país y un hogar para perros callejeros. En 1866, nació la primera Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos. Este tipo de asociaciones fue creciendo en número hasta alcanzar centenares a comienzos del siglo XX en el país norteamericano.

En España, la primera Sociedad Protectora de Animales y Plantas se fundó en Cádiz en 1872, de la mano del periodista republicano Ambrosio Grimaldi Guitard (1798-1873). Su labor consistió en la publicación de boletines, folletos, asambleas o anuarios, y se mostró especialmente crítica con la tauromaquia, pero también con las peleas de gallos y otras formas de maltrato animal. También trató de llevar a cabo una labor de educación dirigida a los niños.

Por contra, el siglo XIX es el siglo de la vivisección, técnica utilizada por la ciencia y la medicina en sus investigaciones que encontró especial oposición en Inglaterra, sobre todo entre el movimiento sufragista, aunque fue más aceptada en Alemania o Francia. Las vivisecciones se practicaban en laboratorios en semiclandestinidad, y a ellas acudían estudiantes de medicina. Pese a que ya se disponía de anestesia en 1820 para aplicar a los animales, los investigadores pensaban que era necesario mantenerlos bien despiertos para realizar los experimentos.

En cuanto al tema de la alimentación, es cierto que durante esta época encontramos muchas publicaciones en las que se condena el maltrato animal a la vez que se defiende el buen trato a los cerdos o las vacas justificándolo porque «nos prestan su cuerpo para comer», es decir, sigue habiendo especismo pese a que se percibe una cierta sensibilidad hacia los animales. Del mismo modo, se condena el maltrato a perros y gatos «porque nos dan su compañía» o el maltrato a bueyes «porque nos ayudan en las labores del campo».

Este no es, precisamente, el enfoque del veganismo, pero sí podemos encontrar un antecedente en muchas de estas reflexiones. También cabe mencionar que hubo quienes se negaron a consumir carne, pero seguían comiendo lácteos y huevos, y por otra parte, hubo un sector que decidió alimentarse solo de vegetales. Aunque no se le diera nombre ni existiera el término «vegano», ya existía un debate entre vegetarianismo y veganismo. A partir de 1847, tanto quienes consumían leche y huevos como quienes no lo hacían se denominaron «vegetarianos«, y así fue hasta 1944, con la Vegan Society. En 1850, la Asociación Vegetariana de Londres abogó por el consumo de vegetales sin incluir lácteos y huevos, pero este consenso no duró demasiado.

Sea como fuere, el veganismo como término tenía que llegar y así lo hizo en la primera mitad del siglo pasado, y aunque hasta hace poco tiempo la mayoría de la gente desconocía esta palabra (y todavía hoy muchos no saben a qué hace referencia), su avance es inevitable e imparable.

FUENTES CONSULTADAS

Davis, J. (2016). Los orígenes de los veganos: 1944-46 (traducción de Noelia Altamirano).

Morgado, A., y Rodríguez, J. J. (eds.). Los animales en la historia y en la culturaUniversidad de Cádiz.

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