Esos horribles lugares llamados criaderos

Esos horribles lugares llamados criaderos

Quiero pensar que la gente que compra animales no lo sabe. No sabe que la madre de su cachorro es una perra explotada. No sabe que con su compra está contribuyendo a un negocio cruel. Y por supuesto, no se ha planteado si es ético pagar por un ser sintiente. Tal vez sí es consciente de que tiene otra alternativa: la adopción en su protectora más cercana, pero puede que su capricho de tener un animal de una determinada raza, edad o tamaño le haya hecho desechar esa opción.

Por supuesto, los criaderos no se venden a sí mismos como los lugares horribles que son. Esta parte de la procedencia de un animal siempre suele estar oculta, y cuando se conoce muestra una imagen que no es real. Y es que ningún negocio que se lucre de los animales puede aportar bienestar a estos, ya sea una explotación ganadera, un zoológico, un paseo turístico a caballo o un criadero de perros de razas mini.

Los criaderos son una de las causas del abandono de animales en países como España. Esto no quiere decir que todas las personas que han comprado un perro lo vayan a abandonar, pero es innegable que la cría de animales sin control solo aumenta esta problemática. Es por eso que los criadores profesionales se echan las manos a la cabeza cada vez que se habla de esterilización obligatoria. Se les caería el negocio, a la par que se reducirían las tasas de abandono. ¿Qué es más importante, el dinero o los animales?

Desde luego, la esterilización obligatoria sería la salvación para esas perras, gatas o conejas explotadas para tener bebés continuamente y hacer negocio con ellos. Si pudieran hablar, estoy segura de que dirían que no quieren ser madres de decenas de animales a los que después les arrebatan, muchas veces sin haber pasado el período de lactancia y mintiendo a los compradores sobre la edad de los perritos, gatitos, etc. Dirían que no quieren ser un objeto reproductor de vidas cuyo destino será incierto, ni un objeto generador de dinero para su explotador, al que llamaremos criador profesional para no ofender a nadie.

Pero lo cierto es que con todo el dinero que ganan esos criadores profesionales, las protectoras de nuestro país podrían hacer frente a muchísimos gastos para los que a veces no tienen los recursos necesarios. ¿No es una injusticia que quienes contribuyen al abandono de animales se llenen los bolsillos mientras que quienes los rescatan tengan que recurrir a donaciones privadas, socios y voluntarios para sacarlos adelante?

Y es que quienes compran un perro pueden gastarse 600 euros o más, ya sea acudiendo a un criadero o a una tienda en la que, en los casos en que la ley lo permite, estará expuesto en un escaparate, lo que fomenta la compra irracional. Quienes alguna vez hemos pisado una de esas tiendas podemos adivinar que este tampoco es el espacio donde debería estar un animal, encerrado en una jaula de cristal de la que solo desea salir. Esto es evidente en los perros, dispuestos a jugar con todo aquel que se acerca, pero impedidos por esa pared transparente. No hay que investigar demasiado para darse cuenta de que esto es estresante para los animales.

La cría de animales, en ocasiones, también está relacionada con negocios turbios. Un caso reciente al que podemos aludir como ejemplo es la conocida como tienda de los horrores de Valencia, cuyos propietarios vendían perros procedentes de Eslovaquia que llegaban en las peores condiciones. Esta es otra dura realidad. Dentro del negocio de la cría de animales considerados de compañía, las ilegalidades están a la orden del día. Muchos de los perros que llegan a España proceden de países del este de Europa, que han nacido en condiciones insalubres y llegan enfermos y sin haber pasado el tiempo necesario de lactancia. En ocasiones, los que no son vendidos son asesinados o utilizados en peleas clandestinas; y los que mueren a causa de enfermedades no son una gran pérdida económica para las mafias que se dedican a esto.

Por todo ello, no dejaremos de decir «no compres, adopta«. ¿Qué importa la raza? No pienses en eso. Piensa en si tienes la capacidad de cubrir las necesidades de ese animal. En que tal vez está en tu mano darle la oportunidad que se merece y que nunca ha tenido, puede que por culpa del negocio de la cría. Pero por favor, no contribuyas a este.

Entiendo que hay personas que viven de la venta de animales, pero también en el pasado hubo quienes vivían de la venta de otros humanos, los esclavos. Hoy en día, por mucho que eso fuera legal, nos parecería inaceptable. Llegará también el día en el que pensemos igual sobre la compraventa de cualquier otro ser sintiente.

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