Aún hay personas que piensan que los homínidos de la Prehistoria comían carne como fuente principal de nutrientes. Esto es un pensamiento erróneo, puesto que pasaron millones de años hasta que nuestros antecesores aprendieron a cazar y a cocinar la carne; y mucho más tiempo hasta que el consumo de esta se masificó.
Si nos remontamos a hace más de cinco millones de años, encontramos que la alimentación del Australopithecus se basaba en bayas, raíces, hojas y, ocasionalmente, frutas. Esta especie,y otras que llegaron después, según algunos estudios, también comían carne. Sin embargo, como aún no habían aprendido a cazar ni a desarrollar las herramientas para ello, lo hacían a través de restos de animales muertos que encontraban y compartían con otras especies. Por tanto, eran carroñeros, aunque su alimentación se basaba, principalmente, en vegetales.
Cuando aquellos primeros homínidos aprendieron a cazar, podemos decir que lo hacían por supervivencia, al contrario que en la actualidad, aunque seguían siendo los vegetales los principales componentes de su alimentación, al ser más accesibles y requerir un menor esfuerzo para localizarlos y obtenerlos. No obstante, la dieta en la Prehistoria y su evolución varía en función del lugar en el que nos situemos.
Se dice que el consumo de carne favoreció el desarrollo intelectual de nuestra especie, pero quedarnos con esta afirmación sería simplificar un proceso en el que intervinieron muchos más factores ajenos a un alimento en sí. Es cierto que tras el descubrimiento del fuego, los homínidos aprendieron a chamuscar los alimentos, aunque las preparaciones hervidas y la cocina más elaborada tardarían en llegar. Sin embargo, tendemos a pensar que estos primeros seres humanos cocinaban al fuego únicamente carne, pero ¿por qué no nos imaginamos que pudieran cocinar también vegetales?
La cría de animales para consumo llegó cuando el nomadismo dio paso al sedentarismo y los homínidos comenzaron a asentarse en lugares fijos, lo que posibilitó la aparición de la ganadería, sobre todo de vacas, ovejas y cabras, pero también el cultivo de plantas como cereales, que se podían guardar durante mucho más tiempo que la carne.

Edad Antigua
Más adelante, en la Edad Antigua, ya no se cazaba tanto por supervivencia y esta práctica, en las primeras civilizaciones, fue minoritaria y empezó a convertirse, poco a poco, en una actividad de ocio más que en una vía de subsistencia para estas poblaciones. La ganadería continuó existiendo, pero los productos que se obtenían de esta actividad representaban un complemento a la dieta tradicional, basada en cereales, que eran la fuente principal de nutrientes en estas primeras civilizaciones.
La civilización egipcia basó su dieta en vegetales, dado que era un pueblo agrícola, y se consumían lentejas, hortalizas, tallos de papiro y una gran variedad de frutas, además de cereales a través de los que aprendieron a elaborar pan. Solo las clases privilegiadas tenían acceso a alimentos de origen animal, principalmente procedentes de bueyes, ovejas, cabras y algunas aves.
Los hebreos, por su parte, consumían, sobre todo, cereales, hortalizas y frutas. Dado que la religión judía era muy limitante con respecto al consumo de animales, estos se dejaban para fechas especiales y no formaban parte de la dieta habitual. Fue la civilización griega la que introdujo alimentos como la carne de cerdo o guisos que condimentaban con especias, aunque aún de una forma muy alejada de lo que es hoy. Y los romanos también solían dejar a los animales para las clases privilegiadas, aunque sí introdujeron vegetales que antes no se comían como la col o los rábanos.
Edad Media
En la Edad Media, la agricultura y la ganadería seguían siendo actividades predominantes, aunque también la pesca en las zonas marítimas. Sin embargo, de nuevo había grandes diferencias entre la alimentación de los campesinos y la de las clases más pudientes en este sistema feudal. Los primeros debían trabajar la tierra y cuidar a los animales, ambos propiedad del noble, mientras que las segundas eran las que se beneficiaban de los rendimientos de la tierra y de los animales. Casi siempre, la carne quedaba destinada para las clases altas, mientras que las clases bajas subsistían a base de cereal. Además, la comida estaba muy marcada por las pautas de la Iglesia y primaban los productos de temporada.
Y aunque no tiene demasiado que ver con la carne, ¿sabías que la leche de almendras ya se consumía en la Edad Media?

Edad Moderna
Las diferencias existentes entre la alimentación en la clase alta y la clase baja han estado presentes durante siglos, con la diferencia de que las clases sociales sufrieron algunos cambios. Después del medievo, los artesanos y pequeños comerciantes que comenzaron a ganar dinero a través de sus negocios se convirtieron en lo que conocemos como la burguesía, que ya no estaba formada por ricos que tenían su fortuna gracias a su linaje o a la posesión de títulos, sino gracias a los beneficios de la actividad a la que se dedicaban. En cualquier caso, hablemos de burguesía, nobleza o aristocracia, el consumo de carne ha estado históricamente ligado a las clases pudientes, por lo que era una mínima parte de la población la que podemos decir que comía carne más a menudo.
En esta época, además, el descubrimiento de América dio pie a que se trajeran a Europa aún más vegetales que antes no se conocían o no se consumían porque se consideraban peligrosos y que a día de hoy son muy frecuentes en nuestra alimentación, como el tomate o la patata.
¿Hasta dónde hemos llegado?
Si nos acercamos al presente y cambiamos clases sociales por países desarrollados, nos damos cuenta de que estos últimos son los que más carne y pescado consumen en el mundo, y su población lo hace a diario; mientras que las sociedades de los países menos desarrollados basan su alimentación, como norma general, en vegetales.
La macroproducción de carne que sufrimos en el presente, en los países del denominado primer mundo, tiene su origen en la Revolución Industrial, cuando el trabajo comenzó a mecanizarse. No es que los mataderos no existieran hasta ese momento, sino que apareció el modelo de matadero que conocemos en la actualidad. Además, en el siglo XIX, se inventaron sistemas de refrigeración que permitían conservar la carne más tiempo. De esta manera, hemos evolucionado hacia un modelo en el que lo que motiva la producción de carne no es la supervivencia de la especie humana, sino los millones de euros que gana este sector cárnico por los que se asesinan millones de animales cada instante. Y la población, más que por subsistencia o adaptación, consume carne por costumbre o sabor, por lo que no podemos comparar nuestro modelo con el de los homínidos del Neolítico ni el de la época medieval.
De hecho, en la actualidad, se consume más carne de la recomendada, se utilizan terrenos naturales para la agricultura y la ganadería y en muchos puntos del planeta, la población de animales considerados ganado supera a la humana. De ahí que nos planteemos si realmente es sostenible este modelo que causa billones de muertes, que también explota a seres humanos y que forma parte de un sistema de alimentación muy reciente que en nada se asemeja al de etapas anteriores de la historia.
FUENTES CONSULTADAS
Celiaconline. Evolución de la alimentación humana.
Enfrentamientoobligado. Carne, Prehistoria y Materialismo histórico.
Ruiz, J. (2016). De cómo los animales viven y mueren. Diversa Ediciones, España.
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