Muchas personas que hoy somos veganas y antiespecistas hemos tenido un pasado en el que estábamos convencidas de que éramos animalistas, rechazando la tauromaquia o la peletería, mientras comíamos carne, huevos o leche. Yo también tuve ese momento. Durante años, siendo pequeña, estuve acudiendo cada verano a los encierros de mi pueblo con mis tíos y abuelos, e incluso una vez me llevaron a una corrida de toros, hasta que un día comprendí que eso no me gustaba, que los animales lo pasaban mal y que no quería volver. Recuerdo ver en el telediario noticias sobre manifestaciones antitaurinas, y viendo a esas personas que acudían pensaba que ese era el lado del que quería estar. Me sucedía lo mismo con las pieles, pues el movimiento animalista lleva mucho tiempo señalando al sector peletero, y siempre he pensado que no era necesario matar a ningún animal para vestirse, aunque a la vez usaba prendas de lana y creía que la ropa de piel procedía de los restos de la industria cárnica, cosa que no es así.
Cuando me posicioné claramente como antitaurina, encontré mucho rechazo en mi entorno cercano, y también hubo personas que me decían que cómo me preocupaba tanto por los toros mientras comía carne, a lo que yo respondía que no es lo mismo matar para comer que matar por diversión. Estoy segura de que esta es la misma respuesta que dan otros muchos antitaurinos que no son veganos, porque además, esta es una pregunta que se repite muchísimo.
Por supuesto, por aquel entonces yo desconocía la realidad de la explotación animal, las granjas y de los mataderos, y realmente pensaba que en estos lugares se trataba bien a los animales, porque cómo iba el ser humano a ser cruel con unos seres que ningún mal nos han hecho. Sería mucho después cuando comencé a informarme, aunque en cierto modo, siempre supe que algún día me haría vegetariana (porque entonces desconocía que existía el veganismo), pero si me preguntaban por qué comía carne siendo antitaurina, la respuesta mencionada es la única que se me ocurría dar.
Como me ocurrió a mí, todavía hay personas que se posicionan contra la tauromaquia, pero a la vez comen ternera, que no deja de ser un animal de la misma especie que los toros que mueren asesinados en las plazas, con la diferencia de que ahora tenemos más a nuestro alcance la información sobre la industria cárnica. Aún así, entiendo que es más fácil que alguien se dé cuenta de que matar por diversión está mal, entre otras cosas, por la evidencia de la tortura en un espectáculo público; pero no tanto que lo que come procede de un sector extremadamente injusto y cruel, aunque quizá ser antitaurino es un primer paso que puede conducir al veganismo.
Por ello, escribo esto a modo de crítica constructiva, porque lo importante es sumar en el movimiento por los derechos de los animales, nunca restar criticando negativamente a esas personas, pues así las estamos alejando más del veganismo. Y quizá haya quienes digan que aman a los animales pero que ser vegano les parece demasiado extremista, pero si de verdad aman a los animales, solo es cuestión de que se informen un poco para darse cuenta de que lo extremista no es precisamente el veganismo. Como ya he dicho, muchos que ahora somos veganos hemos estado en ese punto de rechazar únicamente un tipo de explotación, en este caso, la relacionada con el mundo taurino, por lo que no tiene sentido criticar a quienes ahora están en esa misma situación, pues es posible que algún día lleguen al veganismo.
¿Y las vacas?
Las vacas, que como ya he dicho, son de la misma especie que los toros que son asesinados en ese espectáculo macabro que es una corrida de toros, son uno de los animales que más sufre la explotación de todo tipo: por su carne, por su leche, por sus hijos y por su piel.

Las vacas denominadas «lecheras», así como las que se llaman «de carne», son fruto de la selección por parte del ser humano para que sean más productivas en un determinado alimento (leche o chuletas y solomillos), al igual que el llamado «toro bravo» es producto de la selección para lograr individuos con unas características concretas de fuerza, tamaño, etc. ¿Si no se les explotara se extinguirían? Seguramente, sí, pero no existen en la naturaleza, por lo que esto no sería ningún desastre. Lo que es un desastre es criar millones de estos individuos para explotarlos y asesinarlos. En cualquier caso, se me ocurren otras maneras de conservar una especie, que no sea en granjas.
Las vacas criadas por su leche son obligadas a tener hijos constantemente, a través de inseminaciones artificiales. Para ellos es la leche que segregan, es decir, al beber leche nos estamos tomando la lactancia de esos bebés, que son separados de sus madres y enviados al matadero si son machos; y criados a base de leche artificial si son hembras para ser utilizadas de la misma manera que lo han sido sus madres. Y así hasta que la vaca deja de ser productiva. En ese momento, lejos de haber llegado a la esperanza de vida de estos animales, irá también al matadero para producir carne de peor calidad.
Las vacas criadas por su carne acaban, evidentemente, en el matadero al igual que las anteriores. Las madres también son obligadas a tener hijos que cumplan el mismo destino. En ambos casos, las condiciones en las granjas son las peores, ya que se trata de sacar el máximo provecho de los animales al menor coste, y eso implica poco espacio, hacinamiento y condiciones insalubres. Las ganaderías extensivas o ecológicas no son mejores, pues también explotan y matan.
Y por último, aunque mucha gente lo desconoce, las vacas también son explotadas por su piel, que es lo que llamamos cuero, y que implica una muerte agónica, y un negocio muy cuestionable ética y medioambientalmente.
El veganismo y el antiespecismo buscan el respeto y el trato igualitario hacia todos los animales, independientemente de si son utilizados para ser asesinados en plazas o en mataderos.
3 comentarios sobre “Ser antitaurino y comer carne”