Di NO

Di no a la explotación animal

Tal vez sea el «no» la palabra que nos lleva a las personas antiespecistas a ser consideradas radicales o extremistas, pero es que lo de aceptar la explotación animal solo un poco no vale. Que sí, que nos encantaría que se prohibiera la caza, la pesca, la tauromaquia, los zoológicos, los circos y las festividades con animales. los mataderos y un sinfín de cosas más, aunque lo ideal sería que antes de que las autoridades decidan, nuestro propio razonamiento nos llevara a decir no.

Decir no a la caza que acaba con miles de animales salvajes. La caza que contamina con sus residuos. La caza que destruye familias. La caza que desequilibra. La caza que condena a los perros a una existencia miserable. La caza que asesina a madres, a padres o a bebés, y con ellos, al resto del grupo. O en definitiva, decir no a la sed de matar por diversión.

Decir no a la pesca que también mata por diversión. O por negocio. La pesca que también contamina con sus residuos. La pesca que acaba con especies que no eran el objetivo de los verdugos. La pesca que reduce al mínimo la vida en los océanos, o en los ríos. La pesca que comercializa con peces muertos que no necesitamos para sobrevivir.

Decir no a la ganadería. La ganadería que condena a millones de animales al hacinamiento. La ganadería que ve a los animales como números o como productos. La ganadería que solo piensa en rentabilidad. La ganadería que te engaña con falsos mensajes de bienestar animal. La ganadería que jamás puede dar la felicidad a los animales que explota. La ganadería que también comercializa con animales muertos que no necesitamos para sobrevivir.

Decir no a los espectáculos con animales. Como esos circos en los que nada pintan elefantes, leones, tigres o serpientes salvajes que deberían estar libres a kilómetros de distancia. Esos circos en los que se entrena a los animales a base de golpes. Esos circos en los que nada de lo que ven los espectadores les aporta algo útil. O como esos festejos taurinos en los que los asistentes se divierten viendo cómo se tortura en directo a un animal. O como esas fiestas de la matanza que todavía tienen lugar en algunos pueblos. Decir no a las tradiciones crueles.

Decir no al abandono. Porque cuando adquieres un compromiso con otro animal, es para toda su vida. Decir no a la venta de animales, porque estos no son productos ni objetos.

Decir no a las pieles. Porque el pelo de otros animales no nos pertenece ni tiene la función de abrigarnos, y porque es absurdo usar estos tejidos cuando existen alternativas sin sufrimiento y sin riesgo de zoonosis.

Decir no a la explotación animal, porque los animales no humanos también lo dicen, aunque no los escuches. Y decir no a todas las demás formas de explotación que no se han mencionado, pero existen.

Pero sobre todo, decir SÍ a la vida y SÍ al respeto hacia todos los seres sintientes y a sus derechos.

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